Seguimos analizando algunos factores esenciales para
determinar si debemos tener un techo propio o mejor ponemos a producir el
dinero que invertiríamos en nuestra vivienda.
¿En qué invertir?:
Para algunos será fácil utilizar el dinero con que adquiriría una casa para
lograr ingresos pasivos con algún instrumento financiero de bajo riesgo y
buenos rendimientos. No en todos los países existen esas posibilidades: Las
bolsas de valores no ofrecen tantas oportunidades; las leyes que protegen a los
inquilinos (si, por ejemplo, compramos inmuebles para alquilar) son demasiado
permisivas y terminan convirtiendo ese tipo de inversión en un riego muy alto;
las buenas inversiones en las instituciones financieras apenas superan la
devaluación de la moneda y no llegan a superar la inflación real, etc.
Devaluación de la
pensión: La suma recibida mensualmente no variará al pasar los años; la
devaluación y la inflación sí. En países emergentes la estabilidad económica no
es muy confiable en el largo plazo, y después de diez años posiblemente lo que
recibimos nos sirve para comprar la mitad de lo que percibíamos al momento del
retiro.
Beneficios fiscales:
Algunos estados ofrecen incentivos a las personas que invierten su dinero y le
reconocen el pago de alquiler como un gasto que pueden deducir en su
declaración de impuestos. La combinación es perfecta para ser inversionista y
no dueño. La idea es motivar a las personas a que inviertan y a otros a que
gasten con el interés de mover la economía. No en todos los países existe la
misma realidad. Muchas veces es contraria; se gravan los ahorros y los
intereses de las inversiones y no se reconoce como gasto el pago de alquiler de
una vivienda.
Otros gastos:
Cuando maduramos, nuestro cuerpo también lo hace. Llega un momento que
comienzan algunos instrumentos de nuestra orquesta interna a no estar tan
afinados como de costumbre. Para lograr la mejor melodía debemos ayudarnos con
los avances farmacéuticos y el trabajo de los galenos. Todo eso cuesta. Mientras
más años gastemos, más caro es mantenernos en buen estado; esos y otros costos
que llegan con la edad reducen el poder adquisitivo de nuestros ingresos
pasivos.
Riesgo de quedar sin
techo: En algunos países la asistencia social se hace cargo de la vivienda
de las personas que no pueden pagarlas. En la mayoría de las naciones no es
así. Llegamos al extremo que gobiernos construyen viviendas de lujo para ayudar
a los que pueden vivir en ese tipo de inmuebles, o sea, los ya ricos, los que
no necesitan. No cuente con que en el peor de los momentos el estado le
entregará una vivienda digna.
Aunque negocie, llega el momento de comprar su vivienda para
no terminar viviendo en la calle porque le pase lo que muchos llaman "mala
suerte". Claro que el autor de Padre
Rico, Padre Pobre no toma esta parte en cuenta porque lo que enseña es que
uno invierta el dinero y se haga millonario en dólares, así no necesita el plan
de pensiones (aunque hasta él mismo ha quebrado). Lo malo es que muchos toman
sólo una parte de su teoría y no el todo.
He visto mucha gente que se lleva de la teoría de Kiyosaki y
no compran una vivienda pero tienen vehículos que cuestan más que un techo
propio y no le están sacando un centavo de rentabilidad... esos sí son
verdaderos pasivos.
FRASE DE LA SEMANA
"Si invierte en
inmuebles, siempre tendrá un techo propio."
Diego A. Sosa Sosa
Coach, Escritor, Consultor
y Conferencista
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