En tiempos en los que es fácil mostrarse en lugares y con
personas, el viejo
adagio ha ido cambiando la filosofía que le dio vida. La idea era que podíamos
saber cómo era una persona dependiendo de la manada a que se pertenecía. Como
es importante ser reconocidos,
hoy nos unimos a un rebaño virtual para que crean que somos así.
Desde siempre hubo personas que se unieron a manadas para
que creyeran que eran como ellos. Los varones lo conocemos muy bien, pertenecer
al grupo de los más respetados (temidos en realidad) era un triunfo. El éxito
entre las féminas se ponía más a la mano (eso pensábamos) y nadie se atrevía a
retarnos… se las vería con toda nuestra trulla.
Las damas jóvenes también tenían sus grupos: Las estudiosas,
las bonitas, las apetecidas, las temibles, etc.
No siempre ingresábamos a una manada por ser como el resto,
la mayoría entraba por lograr lo que conseguían los que estaban dentro. Algunos
sólo fuimos parte del grupo, otros dirigentes. Los líderes del rebaño sí eran
verdaderamente identificados con los dogmas del mismo. Lo importante para la
mayoría era conseguir reconocimiento dentro de una parte de la sociedad, la que
consideramos que nos hace grandes… que hace que nos admiren.
La realidad es que no queríamos pertenecer a la manada por
sus dogmas. No éramos con quién andábamos, queríamos que nos vieran así. O sea,
queríamos aparentar ser con quién andábamos para conseguir lo que ellos tenían.
El dinero comienza a jugar un rol primordial cuando
crecemos. Pertenecer a una manada exitosa es cuestión de tener la posibilidad
de aparentar ser como sus integrantes. Si los exitosos van a un restaurante,
ahí es que tengo que ir; si ellos viajan a un lugar, también esquío en ese
sitio; si hay un hotel que los famosos frecuentan, no puedo dejar de ir; y los
vehículos, vecindarios y lujos tienen que ser iguales.
Las redes virtuales han formado manadas virtuales. Ahora es
fácil mostrar que estamos en los mismos lugares que otros, aunque no sea al
mismo tiempo. Lo importante ahora no es estar con una manada físicamente, sino
comportarse como ella… son las manadas virtuales. Para pertenecer a ellas sólo
hay que colgar el mismo tipo de fotos: Lugares (hoteles, restaurantes, selfis
en el baño, conciertos, etc.); comidas (siempre que sean caras dan estatus);
posiciones (no aclararé, todos las conocen); y mucho más.
El dinero para alcanzar el estatus es lo más importante.
Aparentar lo que los otros son nos lleva virtualmente a donde los otros están.
Lo que muchos no han aprendido es que todos estamos conscientes de que eso es
virtual, y no en el sentido cibernético, sino que todos sabemos que hoy el
dinero que se muestra no es el que revierte de estatus. Cuando vemos muchas
fotos demostrativas en las redes “sociales” sabemos que alguna deficiencia real
existe. O el dinero está corto o la autoestima está baja.
Los que en realidad tienen dinero de cuna y muestran su
dinero es en competencia dentro de su clase social. Posiblemente sus padres no
lo muestran y ellos sienten que los discriminarán (baja autoestima). Los que
hicieron sus grandes fortunas con su arduo trabajo no desperdician su bien
ganado dinero aparentándole a los demás… sin embargo, son reconocidos por todos
como arduos trabajadores y exitosos profesionales.
FRASE DE LA SEMANA
“No me grites todo el
tiempo quién eres que lo que pretendes ocultar es lo único que puedo ver.”
Diego A. Sosa
Coach, Consultor,
Conferencista y Escritor