sábado, 10 de septiembre de 2016

MIS ANTEPASADOS Y YO FORJAMOS LO QUE SOY

Nuestros dogmas financieros inician mucho antes de nuestro nacimiento. Hay actuaciones que son aprendidas, mientras otras quizá las heredamos.
La forma de construir el futuro es creada con informaciones obtenidas y ejemplos vividos. Un comportamiento que tal vez viene en nuestros genes puede ser la forma en que las damas guardan dinero secretamente por si el hombre falla como proveedor. En realidad sé que no es genético, pero es interesante conocer su procedencia pasada de generación en generación.
Separaré los dogmas financieros en cuatro procedencias; la idea es que estudiemos las razones para saber si deseamos cambiar algo y poder hacer las correcciones adecuadas sin dolores remanentes.
Nuestros antepasados influyen: Aunque nunca los conocimos personalmente ellos pusieron una pincelada en nuestra actuación financiera. Vivían en precariedad y no sabían cuándo morirían. Sus dogmas eran basados en el inmediatismo. Sin forma de conservar alimentos ni monedas crearon una vida financiera simple… vivir cada día como si fuera el último. Pero la mujer era precavida y algo escondía por si al día siguiente seguían vivos… de ahí sale la costumbre de la administradora innata del hogar: tener recursos escondidos por si el hombre falla, entendiendo que él no debe saberlo; sentiría que ella no confía en su función de proveedor.
Nuestros padres nos impregnan con el ejemplo: La evolución financiera de los últimos cincuenta años ha venido a cambiar lo que sus padres le enseñaron y lo que sus abuelos vivieron. Por ejemplo, enfrentarse a los créditos para el disfrute por adelantado ha sido una batalla titánica. Los que sobrevivieron a la tentación mostraron a sus descendientes que no había tanta prisa de vivir por adelantado y sí la necesidad de construir un futuro sólido. Muchas damas dejaron de ser administradoras cuando sus padres le acostumbraron a gastar. Así mismo algunos progenitores dieron todo a sus hijos para que no sintieran precariedades bajo el dogma “le daré lo que yo no tuve”. Las consecuencias son, por lo general, alguien que no sabe lo que merece, por lo que no valora lo que tiene y nunca se siente satisfecho con lo que logra.
Nuestro alrededor nos manipula: La famosa sociedad influye en lo que hago o no. Sentir la necesidad de pertenecer a un grupo, o manada como coloquialmente le llamo, nos lleva a imitarlos. Lo malo es que el éxito hoy se muestra con dinero gastado; anteriormente era cazando la mayor presa. Quiero pertenecer a la manada que más muestra (no que más tiene), ¿la solución? Mostrar igual o más que ellos. Ese dogma nos lleva a gastar todo lo que recibimos y, casi siempre, mucho más.
Mis decisiones me hacen quien soy: Todo lo que vemos nos ha llevado a forjar nuestros dogmas, para bien o para mal. La verdad es que la decisión de seguir así o cambiar para mejorar es propia. Una vez saco balance decido si estoy donde debería estar y si sigo construyendo el presente de mañana y el futuro de pasado mañana. Debo tomar la decisión propia de cómo quiero vivir y hacerme de los dogmas necesarios para lograrlo. Echarle la culpa a la sociedad, a mis antepasados y a mis padres, por no llegar donde quisiera estar no sirve de nada. La única actitud productiva es la de protagonista, como explico en mi libro Arco Iris Financiero; mis decisiones son las que construyen.

FRASE DE LA SEMANA
“Si los demás son culpables de lo que no quiero, yo seré responsable de lo que sí deseo”
Consultor, Conferencista, Coach y Escritor




jueves, 8 de septiembre de 2016

LLEGAR TARDE TIENE CONSECUENCIAS (Video)

Llegar tarde trae consecuencias. Si crees que no puedes encontrarte un día con personas que sí valoran su tiempo, te puedo asegurar que te arrepentirás si esta es una de tus costumbres.
Las razones son varias y las soluciones fáciles. Más en el video.


 Libro: ¿No tienes tiempo? y en versión digital: ¿No tienes tiempo?

lunes, 5 de septiembre de 2016

¿A QUIÉN LE HACEN CASO LOS HIJOS?

Hace unos días una participante en mi seminario de retórica me expresó: “Cuando mi esposo le dice a los muchachos que hagan algo lo hacen. Yo tengo que decirle varias veces y hasta que no me incomodo no se mueven. Muchas veces termino haciéndolo yo misma. ¿El truco es la forma en que les habla?”
Detrás de este comportamiento hay una historia. Por lo general las madres tienden a amenazar y el padre a actuar. No es cuestión de género, he visto papás que tampoco ejercen un poder persuasivo ante sus vástagos, menos en el trabajo.
Cuando damos órdenes sin el firme convencimiento de ejercer las consecuencias nuestras palabras se desvanecen camino al cerebro de nuestros comandados; ya sean hijos, sobrinos, colaboradores, etc. Subimos el nivel de los castigos y es peor… mientras más fuerte más improbable será que lo apliquemos.
Recuerdo un antiguo chiste que decía que en el manicomio un enfermo mental se subió al asta de la bandera. Los doctores y ayudantes le pidieron con insistencia que bajara, pero hizo caso omiso. Lo amenazaron infructuosamente con cortarle el asta. Luego vieron a otro interno acercarse al asta, le indicó algo y de inmediato bajó. Los médicos le preguntaron:
–¿Qué le dijo para que bajara?
–Le expliqué que si no bajaba le iba a cortar el palo.  
–Nosotros también le dijimos eso.
–Pero él sabe que yo soy loco, yo si se lo corto.
La persona que amenaza y no cumple crea una reputación y los comandados comienzan a extender sus fronteras, como explico en mi libro Migomismo II – Su Inteligencia Emocional Interpersonal. Si les decimos a los niños que apaguen la TV y se acuesten y lo repetimos una vez más, los hijos esperarán la tercera llamada. Si esta es idéntica a las anteriores, la frontera se llevará a la cuarta convocatoria. Normalmente terminará en esta o la quinta… cuando nos enojamos y con fuerza nos incomodamos.
El papá es por lo general más categórico que la madre. En la segunda ya perdió la paciencia y armó un escándalo. Por lo mismo los hijos tienden a reaccionar a más tardar en esa evocación. ¿Se atreve a dar su próxima orden de manera categórica, sin amenazar y con la decisión firme de implementar las consecuencias requeridas?