El fenómeno de las personas que andan con la cabeza para
abajo, la “generación de los cabizbajos” como los ha definido mi madre, se ha
hecho viral y cada día nos cambia más el comportamiento interpersonal. Las “redes
sociales” se convierten en un producto adictivo ya de consumo masivo. Como
cualquier adicción, el afectado no se da cuenta de su enfermedad y defiende su consumo
a capa y espada.
El humano siempre ha sido una especie que anda en manadas.
Pertenecer a alguna siempre fue importante, en ella se encuentra protección,
reconocimiento, relación, pareja, etc. Por lo general, hemos hecho cosas hasta
indecibles por ser aceptados en alguna manada que consideramos de nuestra
conveniencia... Las madres lo conocen bien con sus hijos varones que se unen a
grupos en los que ellas no quisieran que estuvieran.
Cada día más personas considerarán que no necesitan verse con otros
de su especie para estar en una manada… para estar socialmente activas: ¿Es
correcto este pensamiento?
El cerebro humano es muy complejo, los mensajes que recibe los
decodifica de inmediato y los traduce. Dependiendo de los filtros que cada uno porte
puede llevarlo a un descubrimiento de una verdad oculta, o a una aceptación de
un mensaje demasiado bien codificado. Los filtros dependerán de experiencias,
conocimientos, momento emocional y poder de discernimiento, entre otros. Una
persona interesada emocionalmente en algo o alguien no verá razones, solo se
interesará por conseguir el objetivo que tiene en la cabeza.
La gran mayoría de los mensajes que el humano recibió en los
últimos millones de años venían codificados en tres partes: El lenguaje
corporal, utilizado por millones de años y por tanto el más significativo, es por
demás involuntario (contiene más del 50% del mensaje); el paraverbal, que son
las entonaciones y la elección de las palabras, más reciente que el anterior,
pero también muy antiguo (envuelve más del 35% del mensaje); y el lenguaje
verbal, que son las palabras en sí (transporta menos del 10% del mensaje).
La comunicación es parte esencial de la socialización.
Mientras más evolucionamos más posibilidades de comunicarnos vamos teniendo; la
pregunta que nos debemos hacer es: ¿Nos estamos comunicando mejor? Sin una
mejor comunicación tendremos un peor relacionamiento.
Como expliqué anteriormente, la comunicación verbal transporta
menos del 10% del mensaje… ¿podemos realmente saber lo que debemos saber y
sentir lo que deberíamos sentir en una relación que se base en letras?
Estamos cada día conectados a más personas, pero sólo por vía
de las letras. Los que tenemos enfrente ya no son tan importantes, a tal punto
que no vemos su lenguaje corporal porque lo que pasa en las redes nos desvía la
vista de lo que la persona enfrente nos está expresando. Las entonaciones no
son tan desmenuzadas y las palabras elegidas en una conversación real no suelen
ser descifradas por la falta de atención que le ponemos.
Las “redes sociales”, yo prefiero llamarlas “Redes Virtuales”,
tienen grandes aportes a la socialización; hacerse adictos a ellas traerá un
cambio enorme a la comunicación. Atender clientes personalmente, negociar con
ellos o con nuestros hijos, descubrir informaciones tapadas, etc., será
cuestión para unos cuantos, los que sepan dejar de lado lo que pasa en el mundo
y se concentren en su propio universo, el que tienen a su alrededor, cerca,
pegadito… el único que verdaderamente (quizá solo por el momento) lo puede
hacer feliz.
En mi libro Migomismo II
trabajo a profundidad el tema de las relaciones, con la comunicación como una
de sus piedras angulares. Y el lenguaje del cuerpo está trabajado en mi libro: Ventas-Negociación, Retórica-Oratoria y
Lenguaje del Cuerpo.
FRASE DE LA SEMANA
“Lo que me ocultan las
letras y la boca me lo dice el cuerpo”
Diego A. Sosa
Coach, Consultor,
Conferencista y Escritor