sábado, 5 de noviembre de 2016

¿QUÉ HAGO SI ME GANO LA LOTERÍA?

O si recibo una herencia... Encontrarnos con un dinero que aumenta nuestros ingresos puede llevarnos a una situación que no sabemos manejar. La mayoría de las personas terminan peor que antes de recibirlo.
Podemos aplicarlo también a remuneraciones extraordinarias, aquellas que no esperamos y llegan, o las que esperamos y terminan desvaneciéndose sin mejorar nuestra calidad de vida de manera sostenible.
Las emociones suelen guiar nuestro comportamiento y la razón queda acorralada, para solo sacar la cabeza cuando es demasiado tarde. Mi método recomendado sería el siguiente:
• Tomarse tiempo. Actuar con la cabeza caliente y el corazón latiendo fuerte y rápido puede ser improductivo. Queremos aprovechar todo lo que aparezca. Algunos “asesores” nos incitan a gastar, en ocasiones, en ellos. El dinero puede tener una mejor aplicación si lo analizamos con calma.
• Poner clara la situación financiera. Puede haber deudas, compromisos, ayudas obligatorias (a familiares cercanos), realidades (mejorar la educación de los hijos), etc. Cerrar los ojos a la realidad que se está viviendo y a la que se quiere vivir suele ser muy peligroso. Encontrarse con ella después de gastar el dinero es de muy mal gusto.
• Ponerle número a los sueños. Puede ser que al jugar la lotería ya tenía pensado qué haría con el dinero. Saber cuánto cuesta es primordial para saber si vale la pena gastarlo todo, o si es posible retrasar la realización de ese u otros sueños... no es que no lo haga, sino que no quede peor después darse el gusto.
• Un asesor profesional le puede ayudar. Se aparecerán muchos a su puerta, lo difícil es saber quién realmente le puede decir cómo trabajar su parte emocional en conjunto con sus finanzas. Los dogmas que adquiera serán los que le pueden dar la libertad financiera.
• Cuidado con el vende sueños. Su alrededor se llenará de personas que le prometerán multiplicar su dinero. Mientras más alto el retorno prometido más arriesgada es la inversión. Algunos números que nos pintan nos dicen de inmediato que nuestro dinero tiene muy pocas probabilidades de retornar.
• Las emociones eufóricas suelen ser malas consejeras. El centro de las recompensas de nuestro cerebro manda a regar endorfinas (la hormona de la felicidad) por nuestro cuerpo. Al estar dopados no medimos bien las consecuencias. Reaccionamos con buena fe y buscamos mantener el nivel del coctel hormonal que nos hace activos y felices... ¿cómo? Utilizando el dinero que acabamos de recibir. El “tú te lo mereces” entra en nuestro vocabulario y gastamos sin medir.
• Multiplicar es mejor que restar. Poner el dinero a producir suele traer un nivel menor de felicidad, pero hace que seamos felices con más frecuencia. Es importante aprender de inversiones y hacer que el dinero se reproduzca, o como lo digo en mi libro Arco Iris Financiero, hacer que las gallinas pongan huevos, saquen pollitos y lograr que las nuevas gallinas se conviertan en ponedoras.
• Disfrutar tiene que ser parte del objetivo. No debemos convertir todos los huevos en pollitos, ni todos ellos en gallinas. Parte de lo que recibimos debe ser disfrutado, y parte de lo producido también... al final el objetivo es aumentar la calidad de vida ¿o no?
FRASE DE LA SEMANA
“Regocijarse por un momento no es tan divertido como complacerse toda la vida”
Diego A. Sosa

miércoles, 2 de noviembre de 2016

KARŌSHI: MUERTE POR EXCESO DE TRABAJO

Los japoneses tienen un nombre particular a la causa de que las personas se queden sin vida por motivos laborales. Principalmente derrames cerebrales y problemas cardíacos son los encargados de aumentar la mortalidad.
En el 1969 se conoció formalmente el primer caso y en el 1987 el departamento de salud lo reconoció como tal. Un caso muy comentado fue el ingeniero de una automotriz que trabajó más de 80 horas extras en sus últimas dos semanas de vida… todo por llevar a fin un proyecto importante de la empresa. Su hija lo encontró en su apartamento el día antes de su siguiente viaje de negocios.
Siempre reconocemos la disciplina de los japoneses, su tenacidad para lograr resultados, su obediencia y mucho más. Todo lo que lograron para levantar esa gran nación de las cenizas después de la segunda guerra mundial. Pero, porque siempre debe haber un pero, ¿es esa la mejor forma o la que debe ser constante?
Me parece que muchas empresas están pasando por una peligrosa situación, la llamaré “adicción al éxito”. Es como una escalera sin fin: Ser mayores cada año; luego ser las mayores; y cuando ya lo son, proteger ese lugar y romper nuevos records.
Nada de eso es malo, por el contrario, es motivador y trae bienestar a sus trabajadores… ¡Oh, disculpe! Me confundí en el tiempo verbal utilizado; dije “trae” donde debí decir “debería traer”. Qué lindo y específico es el lenguaje.
Digo “debería traer” porque en la gran mayoría de los casos el sacrificio personal de los trabajadores es lo que lleva a ese logro total de la empresa, y estoy en completo desacuerdo. “Dar la milla extra”; “Saber trabajar bajo presión”; y otras consabidas frases que hoy usan las empresas son mortales para el equilibrio interno de sus colaboradores, quienes hacen que la empresa logre los resultados… sí, a los que despiden cuando deciden que alguien debe tener la culpa, que lo puede hacer mejor o por menos dinero.
Karōshi viene a definir un efecto que está pasando sigilosamente en muchas sociedades. La tendencia es a incrementarse y la apatía de las empresas por el humano es cada día más hipócrita… Sí, antes había un departamento de personal, ahora se llama gestión humana, pero no veo que haya una tendencia real a salir de lo que fue, departamento de recursos humanos. Estamos tratando a las personas como recurso, sacándoles cada vez más como si no tuvieran límites, comparándolos como si no fueran diferentes (o sea, humanos)… Podría resumirlo: Tratamos a las personas como si nosotros no fuéramos semejantes.
Al final de cuentas exigimos porque nos exigen, no sabemos romper la cadena de maltrato y no nos damos cuenta que somos parte de esa cadena, un día también romperá por nosotros y nos sustituirán para seguir el ritmo cada día más frenético.
Abogo por empresas conscientes, donde la gente guste de trabajar, no por el salario, sino por el balance personal: Tiempo, dinero, salud, emociones y relaciones. Lo que trabajo en mi libro Tú eres la estrella. Necesitamos esa armonía.
Lamentablemente las personas le damos más valor al dinero que al equilibrio y al final de cuentas el karōshi se va introduciendo con fuerza en la sociedad y más personas van perdiendo facultades o la vida por causa de accidentes cardiovasculares, depresiones o del ya tan de moda Burnout.


FRASE DE LA SEMANA
“Llevarnos de poseer nos hace valorizar un trabajo por el ingreso; prefiero valorar el balance de vida”

Consultor, Conferencista, Coach y Escritor

martes, 1 de noviembre de 2016

DESPEDIDA RETARDADA


Hace unos días compartí avión con un joven al que escuché expresar que tenía cuatro años sin visitar a su familia. Llegaba desde Europa; el receptor de su mensaje le manifestó su alegría.
–¡Qué feliz debes sentirte! Te deseo unas buenas vacaciones.
–No son vacaciones, tristemente fue un viaje inesperado, mi padre murió ayer.
No es la primera vez, ni será la última, que me encuentro con una situación similar. Las personas piensan que no pueden ir a ver a sus seres queridos, o descuidan la frecuencia de encuentros, y luego acontece un evento y hacen lo indecible por despedirse de un ser amado. Imagino que el padre de este joven hubiese preferido verlo y abrazarlo. Un día demasiado tarde llegaron sus extremidades superiores.
Quisiera no tener que despedirme de nadie; lamentablemente no creo que sea realista mi pensamiento. A uno que otro no podré ver con la frecuencia que quiero. Tampoco deseo que nadie se despida de mí en un momento que no pueda despedirme de él.
Para mí las despedidas no son cierres de puertas. Prefiero disfrutar en vida a quienes amo. Compartir y no hacerles más falta de lo necesario, demostrarles con hechos más que con palabras cuánto los quiero.
En muchas ocasiones nuestros seres queridos más entrados en experiencia solo quieren compartir, no desean sentirse abandonados. Tienen tiempo y necesitan del contacto a la manera antigua, esa que se hace estando presente, la que libera hormonas de las relaciones y de la felicidad. Hormonas que tienen hasta poder sanatorio cuando les permitimos transitar por nuestro sistema circulatorio.
Despedirnos en un muro de una red social tiene un efecto importante para nosotros mismos y quizá para los que lo leen (me quedan dudas aún si en el más allá se pueden leer los mensajes personalizados que les dejamos a los que ya partieron desde aquí).
Expresar cariño es para muchos bien cuesta arriba, principalmente a los del género masculino criados bajo la premisa de que se pierde la hombría si se demuestra una emoción. Quizá no se tiene que pasar por un mal momento para demostrar cariño a un ser querido, pienso que acompañar a quien queremos ya es un gran motivo de alegría y una enorme demostración de lo que sentimos. ¿Se atreve a desempolvar la lista de seres queridos y visitar alguno en los próximos días?