jueves, 20 de julio de 2017

IMPLICACIONES DEL PERFECCIONISMO

En un coaching hace unos días mi cliente quiso trabajar cómo tratar con una compañera de trabajo que es perfeccionista. “Ella sabe que lo es y no tiene la menor intención de cambiar”.
En la vida los extremos tienden a complicar la existencia propia y la de los que nos rodean. Y más si se encuentran personas de polos opuestos. No quiero decir que mi coachee fuera lo opuesto a ella, pero así lo considera su compañera.
Para que seamos complementarios debe haber de los dos lados. La situación se complica cuando una de las partes está muy alejada del centro. El perfeccionista siempre verá a los demás como deficientes, el que está en el otro extremo sentirá demasiada exigencia para situaciones que según él no lo ameritan; todo dependerá del punto de vista.
Los perfeccionistas, por lo regular, viven con más estrés del necesario, hasta llegan a enfermarse con facilidad. Una coma mal colocada puede llevarlos al borde de un ataque de nervios. Cuando son tantas las versiones que hay de usar tan útil amiga (según los escritores, no los lingüistas)… Debo reconocer que hay reglas inviolables, la gran mayoría no las tomamos en cuenta y muchos ni las conocen. Le aseguro que a los del extremo de la perfección les es muy difícil sobrellevar la situación.
Pongo el ejemplo de la coma porque en la mayoría de los casos los perfeccionistas desarrollan una dedicación a las letras que me sorprende. No sé por qué, pero les encanta la gramática. ¡Cuánto sufren!
Las relaciones humanas con perfeccionistas son complejas. Ya sea en lo familiar, personal o laboral. No podemos cambiarlos, debemos tratar de llevarnos lo mejor posible.
Cuando son nuestros jefes no podemos más que aprender a cometer la menor cantidad de errores posibles. Si no está dispuesto o no podrá llegar al nivel requerido, es mejor que busque otro jefe. Pasarse la vida tratando de trabajar con una persona de estas características no será lo más divertido que tendrá en su existencia.
Si es jefe de un perfeccionista puede aprovechar para complementarse. Con el cuidado de no tender a la parálisis. Hay trabajos que no tienen que ser perfectos, lo importante es que se terminen con la menor cantidad de errores.
Mi método para ser más asertivo está por completo en mi libro ¿No tienes tiempo? En él muestro las formas de tomar la decisión cuando tenemos las opciones de buscar la perfección o atender a la urgencia.

¿Se atreve a ser más tolerante moviéndose un poquito hacia el centro siendo menos de uno y más del otro?

domingo, 16 de julio de 2017

CAMBIANDO QUEJAS POR PROPUESTAS (Audio)

Cuando nos quejamos es muy difícil crear el cambio que queremos. Hacer una propuesta puede llevarnos a donde queremos estar.

DISTRACCIONES QUE CUESTAN


Hace unos días, una amiga me enrostró mi deficiencia (atraso, falta de evolución, etc.) tecnológica. Quería comunicarse conmigo y no me encontró en WhatsApp. No valió explicarle que existen otros medios de comunicarse conmigo… y con todas las personas.

Ya lo sé, luzco como un inadaptado social y lo acepto. No estoy aún en disposición de entrar en algunos medios “sociales” y pago el precio. Mi pregunta es ¿Cuánto pagamos por estar al alcance de todos y a todo momento?
Desde hace dos décadas vengo luchando contra la corriente del diluvio de informaciones. Es una lucha que tengo pérdida desde antes de iniciarla, pero… el problema no es la herramienta en sí, sino el uso que muchos le damos.
Para una persona retirada que quiere estar en comunicación con sus seres queridos es una ventaja desde todos los puntos de vista. El problema puede estar en la recepción de mensajes que no aportan (incluyendo en lo emocional) o a horas no provechosas.
Levantar la vista de lo que se está haciendo para ver si el mensaje que llegó es importante ya es una distracción en sí. No se puede imaginar cuántas veces lo hacemos hoy en día: ¿Cuánto tiempo nos cuesta? Le aseguro que una cantidad demasiado valiosa.
No es el tiempo de leer el mensaje, que es el que la mayoría cuenta, es el de la distracción. Si al escribir esta columna le pongo atención a lo que pasa a mi alrededor (estoy sentado en un café con un delicioso capuchino) posiblemente necesite una hora para redactar lo que en mi oficina me lleva unos quince minutos.
Una señora que entró en este momento me hubiese hecho desviar la vista de no haberme puesto de espaldas a la entrada. El joven que habla altísimo por su teléfono móvil no me dejaría concentrarme de no tener una suave música en mis auriculares (y como quiera lo escucho y me hala con enormes fuerzas la atención).
Como ve, antes de iniciar me preparé para disminuir las fuentes de distracción que sabía podían impedirme terminar mi trabajo en el tiempo que considero efectivo, como enseño en mi libro ¿No tienes tiempo? Si me descuido no puedo hacer mi trabajo y eso me quita dinero del bolsillo… las distracciones me cuestan.
¿Se atreve a identificar alguna distracción que vaya a tener y tomar medidas para anular o aminorar su efecto?