martes, 25 de mayo de 2010

LA PRIMERA IMPRESIÓN I


Siempre hemos sabido que tenemos sólo una oportunidad para dar una primera impresión. No es tan terrible como lo pinta la frase, pero puede ser horrible dar una mala primera impresión y producir relaciones muy cortas.
Es que si vamos a buscar un trabajo, vamos a tratar de hacer una venta o coincidimos en horario y espacio con la pareja ideal, la primera impresión puede ser la única impresión que podremos dar. Sí, y lo malo es que la damos sin darnos cuenta y conseguimos impregnar el subconsciente de los demás sin que se hayan dado real cuenta de nuestra existencia.
La primera impresión se da en el 93% en el subconsciente, simplemente con las mímicas, gesticulación, forma de vestir, postura, lenguaje, tono y timbre de la voz, entre otros. Aunque el lenguaje y la modulación sólo representan el 38%.
El otro 7% no es de menos importancia, pero viene en segunda instancia, podríamos llamarla la segunda impresión de la primera impresión: el contenido de las palabras.
Hoy me dedicaré al lenguaje, a esa parte del treinta y ocho por ciento que nos puede cerrar la puerta cuando apenas tienen una rendija abierta. Es que muchos descuidamos el lenguaje y éste toma mayor importancia en la era de las comunicaciones y de la llamada globalización. Las relaciones internacionales hacen que las personas necesitemos cuidar nuestro vocabulario cuando interactuamos con semejantes de otras latitudes y longitudes.
Mismo dentro de una cultura, tenemos palabras de uso informal que no deben ser traídas a conversaciones de trabajo o de sociedades. Así como acentos característicos de países o de regiones. Tendemos a cortar las palabras, comernos las terminaciones o no pronunciar los finales de las sílabas. Por eso una palabra dicha mal y rápido puede cambiar de significado y hasta representar una frase.
Hace unos días recibí un chiste sobre un nuevo diccionario, pero que muy bien se podría utilizar como ejemplo del hablar coloquialmente. Por ejemplo: No es lo mismo “decir mal” que “decimal”; “tele para tía” que “telepatía”; “Polinesia” que “poli necia”; “dile más” que “dilemas”. Parece chiste, pero en muchos lugares la pronunciación es idéntica y sólo podemos saber de qué se trata por el contenido de la frase o por la acentuación.
Otra arista para cuidar es el uso indebido de las palabras. Muchas se han convertido por costumbre (realmente mala costumbre) en palabras de uso común. Por ejemplo, la palabra alante no existe, mucho menos palante. Otra de uso popular es lejísimo cuando el superlativo de lejos es lejísimos. Como otras tantas palabras. Eso en el lenguaje hablado, pero en el escrito tenemos más problemas aún, como es el uso de ahí, hay y ay. O los acentos sobre sólo, qué, cómo, cuándo, aún, algún... Es complicado, los correctores ortográficos de las computadoras no nos dicen cuándo están mal o bien, sólo nos pueden sugerir en algunos casos, pero si no sabemos su uso correcto no podremos saber cuál poner.
Modular la voz no es un arte, todos tenemos la capacidad de cultivar nuestro timbre y nuestro tono... no es poco el trabajo, pero vale la pena si no le gusta el suyo o si los demás le hacen notar que molesta su forma de modular.
La idea es que usted pueda presentarse de una forma neutral en la que no pierda puntos con el simple hecho de abrir la boca. No importa si su coeficiente de inteligencia es 158, dará una mala primera impresión si no se sabe expresar de manera correcta.
En Facebook formé un grupo que busca mejorar el vocabulario de las personas, entre otras cosas. Si le interesa, se llama “Uniendo 500,000 lectores”.
Cultive la voz, cultive su lenguaje, tenga dos formas de expresarse si quiere, la coloquial y la formal, pero sepa que son casi dos idiomas separados. Si negocia o se trata con algún extranjero, tendrá que saber las palabras que usará y cuáles pertenecen al argot popular. Sobre todo si es joven, trabaje mucho para poder hablar sin la jerga y el acento que se utiliza en cada región.
No le pido que pierda su identidad, sólo le sugiero que tenga también el idioma formal; así como se esfuerza en aprender inglés, francés, alemán... Sepa hablar también el buen español.

© Ing. Diego A. Sosa. Escritor, Conferencista, Consultor, Coach y Facilitador de Empresas y Profesionales. Owner Mercurio Entrenamiento y Consultorías S. A.

e-mail: Diego@DiegoSosa.info
WEB: www.DiegoSosa.info

FRASE DE LA SEMANA
“Muchos se esfuerzan en aprender un segundo idioma; pocos se ocupan del primero”.
Diego Sosa