sábado, 3 de septiembre de 2016

SI VIVES EL FUTURO AHORA, ¿CÓMO VIVIRÁS EN EL FUTURO?

Vivir el futuro por anticipado es cada día más fácil. ¿Conoce el precio?  Adelantar los gastos es una opción que muchos usan, pero en pocas ocasiones miden el costo que esto tiene. Tampoco soy propulsor de que lo guarde todo para más adelante, ni siquiera quiero prolongar mis últimos días de vida con el dinero acumulado, menos con deudas.
Los opositores de mis métodos de “alcanzar el futuro a su debido tiempo” me dicen que no hay forma de conseguir bienes y servicios si no es “metiéndose en un lío”. Traducido: Tomando préstamos. Considero que los financiamientos pueden hacernos adelantar al futuro o adelantar el futuro… depende de para qué utilicemos el dinero ajeno.
La primera forma es cuando tomamos dinero y lo ponemos a producir. Con ese dogma de vida conseguimos más dinero que sin financiamiento. Hay que tomar en cuenta el riesgo que se corre, algunos hacen malos negocios y retornan a su pasado financiero.
La opción de adelantar el futuro es cuando traemos ese tiempo al presente. Usamos el dinero que aún no hemos generado para alcanzar. Si esperamos a tener el dinero en las manos disfrutaríamos de esos bienes y servicios en un tiempo posterior… Lo traduzco como que “traigo el futuro”. Lo malo es que lo halo por los cabellos:
Sale caro: El dinero ajeno cuesta. Al comprar un lujo, ya sea bien o servicio, a través de un préstamo se termina pagando más de lo que cuesta originalmente. Lo pagamos en cuotas en el futuro inmediato al disfrute. Cuando hacemos esto es por no tener la previsión necesaria, la disciplina del ahorro o la capacidad de no dejarnos convencer por amigos o vendedores. La solución es tener paciencia, prevenir y vestirse con el dogma del ahorro programado. En menos tiempo de lo que cuesta pagar el préstamo tendrá el dinero para adquirir el gusto… y puede hasta negociar mejores precios.
No nos deja construir el futuro en la dimensión posible: Las primeras compras con créditos nos ponen el futuro en las manos, disfrutamos sin tener que esperar ganar el dinero y eso nos da felicidad instantánea y dolor postergado… nos sentimos más listos que los que no saben que existe una posibilidad tan maravillosa de adelantar el calendario, o quizá no se atreven a hacerlo. Algunos sabemos el costo y preferimos no inventar. Cuando comenzamos a pagar intereses reducimos el poder adquisitivo del futuro, casi nunca lo descontamos de los gustos sino del potencial de crear capital. En vez de tener inversiones terminamos construyendo deudas.
Aquellos que solo viven el presente y los que adelantan el futuro se dan cuenta de su realidad cuando llegan a ella. Arribar a la edad de retiro voluntario, o peor, al desempleo, sin haber hecho una buena zapata, levantado fuertes paredes, techado de forma sólida y dando la terminación a gusto, es más que peligroso… es casi irresponsable. La creación de ese nuevo presente sin posibilidades de vivirlo decentemente fue una acumulación de dogmas financieros errados, los que trabajo por extenso en mi libro Arco Iris Financiero.
Vivir con la convicción de que cada día puede ser el último de nuestras vidas es apostar a que el futuro no llegará. Me parece que al arribar a él, donde la mayoría llega, se encontrará con una fea sorpresa, que no será tan sorpresiva porque se la estoy describiendo aquí.

FRASE DE LA SEMANA
“Me gusta mi presente porque lo construí con los actos de mi pasado cuando aún era futuro”.
Consultor, Conferencista, Coach y Escritor

  

lunes, 29 de agosto de 2016

¿QUÉ ES UN VIEJO?

El otro día jugué al golf con un amigo de mi padre, uno de “los muchachos” de su grupo. Con su ‘corta edad’ sorprende como le pega a la bola y su normal movilidad. Recordé una anécdota que me hizo mi amigo Rodrigo una vez en Brasil.
Me dijo: –Diego, ayer descubrí lo que es un viejo. Fui a la sauna del club y había unos ancianos de unos 70 años. Ellos hablaban de los viejos que habían estado el día anterior en ese lugar. Cuando le pregunté qué edad tenían esas personas, me dijeron que más de 80. Mi conclusión es que viejo es alguien que tiene diez años más que uno.
Manolín tiene 77 años y no luce un “viejo” de esa edad. Pienso en los ancianos de antes y, a pesar de ser relativo, creo que los setenta años de ahora es como los cincuenta de antes. El trabajo físico que hacían las personas nacidas hasta inicios del siglo pasado no permitía mantener el cuerpo cuidado. La medicina, nutrición y los avances en la ciencia ayudan a mantenernos bien por mucho más tiempo.
Está demostrado que viviremos mucho más que lo que subsistían nuestros antepasados. Cada año sube la expectativa de vida y las consecuencias pueden asustarnos si las pensamos con tranquilidad. Tendremos más envejecientes y las estructuras quizá no están siendo pensadas en ese sentido. En el área de salud y bienestar pueden surgir grandes necesidades. La preparación financiera de las familias también me preocupa. Hoy la mayoría de las familias no tiene muchos hijos, los que luego sustentan a los padres en edad senil. Las facilidades existentes para adelantar el futuro es una práctica que nos lleva a tomar dinero prestado y no a crear capital suficiente para que genere ingresos pasivos al retirarnos. En mi libro Arco Iris Financiero explico cómo revertir dogmas improductivos.
La sociedad cambia su pirámide etaria, lo hemos visto en otros países que vivieron la bonanza de la industrialización. Sus sistemas de salud y prevención los llevó a conseguir una larga vida, por otro lado, tienen menos jóvenes. ¿Las consecuencias? Más personas se disputan los puestos de trabajo, que a pesar de su incremento no son suficientes.

Retirarse a su debido tiempo y disfrutar de la llamada tercera edad será cada día más complejo. ¿Se atreve a plantearse de qué vivirá cuando le llegue la hora del descanso laboral?