sábado, 15 de junio de 2013

ASUMIR ERRORES FINANCIEROS







Los factores que nos llevan a tener problemas financieros son varios. Lo importante es no quedarnos encerrados mentalmente en la posición de víctima, donde los demás son los culpables y nosotros los que corremos con la desgracia. Esa actitud no nos ayuda a salir de los problemas ni nos evitará volver a caer.

“Los bancos son unos desalmados, cobran demasiados intereses en las tarjetas de crédito.” “La situación económica me llevó a la ruina.” “Los amigos me guiaron por mal camino.” Escucho a diario estas y muchas otras excusas que no llegan ni a la categoría disculpas. La verdad es que mucha gente se ocupa demasiado en encontrar la responsabilidad en otro y poco en reconocer que sus decisiones los llevaron a cometer errores.

En mis coaching financieros encuentro demasiada resistencia a reconocer la responsabilidad propia en los errores financieros realizados. Los puedo encaminar y hacerlos salir de los problemas presentes. Lo malo es que cuando no sabemos que somos también responsables nos es imposible no volver a caer en los mismos problemas... y le aseguro que la mayoría cae por la misma razón.

En mi libro Arco Iris Financiero trabajo a profundidad las diferentes razones de los errores financieros. Le aseguro que en muy contadas ocasiones es realmente culpa de otros. No me refiero a los casos que tenemos situaciones personales y familiares que nos hacen tomar decisiones que convierten nuestras finanzas en una ruina; si queremos salvar la vida de un familiar, lo arriesgamos todo. Me refiero a las que son por errores recurrentes o por un mal negocio.

En la pareja sólo se puede arriesgar uno. El crédito del otro debe estar siempre limpio. No vale la pena el riesgo. Hay cosas que no puedo entender, como compras de vehículos o electrodomésticos en momentos y montos innecesarios. La pareja que le solicite tomar un crédito para comprar algo innecesario tiene problemas con su FQ (coeficiente de inteligencia financiera).

Tomamos decisiones día a día, a cada momento. Somos los responsables de comprar más de lo que podemos pagar. Los intereses de las tarjetas de crédito son altos y lo sabemos... la solución es no comprar lo que no podemos pagar. Salir con amigos es fantástico, siempre que podamos llegar al fin de mes sin poner en peligro nuestro balance. Comprarse ropa de marca es una gran satisfacción, pero no cuando tendremos dificultades para pagar.

Un error que comenten muchos profesionales independientes es vivir con lo que piensan que ganarán. Les lleva a tener que buscar en los meses de baja dinero ajeno. En ocasiones pueden cubrirlo fácilmente si los próximos meses son buenos, pero de no serlos, el problema inicia y es difícil salir. En el texto citado anteriormente explico cómo hacerlo: debe tener una cuenta del negocio y una personal. Todos los ingresos van a la cuenta principal y cada mes se paga un salario fijo, no importando que los ingresos sean superiores. Después de unos meses tendrá un buen colchón para afrontar meses de menores ingresos.

Cada gasto es decidido por nosotros. El momento de enfrentar la realidad es al decidir el gasto. Nuestro presupuesto mensual nunca puede quedar negativo. Vivir con el dinero de otro cuesta, y al final, avanzar consumos es perjudicial para la salud financiera.


FRASE DE LA SEMANA

“Saber cuáles errores financieros cometí me puede dar el control de mi destino.”
Diego A. Sosa Sosa
Consultor, Escritor, Conferencista y Coach

viernes, 14 de junio de 2013

EL CAMINO ES LA META


El Empleo

LA IMPORTANCIA DEL PORCIENTO


CREAR UNA LISTA "HARÉ"

En una libreta si trabajas en oficina; en una hoja de papel si andas en la calle y la puedes tener en un bolsillo o en la cartera; en el teléfono móvil o la tableta si te acostumbras a buscar y te es fácil anotar. La idea es tenerla a mano. En ella sólo van las cosas pequeñas que debemos hacer y no podemos permitir que se atrasen sólo por olvidarlas. Las tareas grandes van en la agenda con una fecha y hora específica de realización. Hacer las tareas nos ahorra tiempo, porque no tendremos que interrumpir el trabajo para dar excusas o atrasar otros trabajos por no haber terminado lo previsto.

lunes, 10 de junio de 2013

EL “PERO”

Una palabra muy utilizada. Si nos escucháramos, nos sorprenderíamos al contar cuántas veces mencionamos la palabra “pero”. Como la tenemos en nuestro vocabulario común no le damos mucha importancia. Lo malo es lo que realmente pensamos cuando la traemos a la conversación.

La utilización es casi siempre negativa. En negociación, hasta tenemos una técnica que llamamos: “Sí, pero...”, cuya función es darle la razón a la contraparte y, de inmediato, quitársela. Buscamos contra argumentar dejando la tesis de la otra persona sin peso en la nueva discusión.

La mayoría de las veces que me presentan en alguna conferencia en mi país, los presentadores dicen: Él es de nuestro país, “pero” vive en Alemania. Ese “pero” se puede interpretar de varias formas y por todos lados me da un punto negativo. Si es “pero nos abandonó”, no me dejaría muy feliz. Si es “pero pasó a mejor vida”, sería ofensa a mi espíritu ciudadano. Puede haber otras explicaciones, aunque en todas el “pero” me deja la mente ocupada en qué habrá pensado.

Cuando mi correctora de estilos comenzó a quitarme los “pero” de mis textos, me percaté primero de la cantidad de veces que lo usaba. Cuando reviso lo escrito, me doy cuenta que no es cuestión de cambiar la palabra, la realidad es que no hace falta, queda sobrando. En segundo lugar, puedo ver que la mayoría de las veces tiene una connotación de contraposición que viene de un pensamiento de rechazo.

Trabajo fuertemente en que mis textos sean llanos y claros, y una de las cosas que le dan ese toque que muchos me comentan como positivo es tratar de no poner muchas contraposiciones y tampoco dar enfoques del lado negativo. Lo más importante cuando encuentro un “pero” es ver porqué lo puse y si en realidad enriquece el texto. Si encuentro la razón por la que estoy pensando en negativo, invierto la idea y coloco la frase en forma de acción.

No es lo mismo decir: Está bien, pero creo que se puede mejorar... Que desde el inicio expresar lo que quiero decir. Por ejemplo: Yo lo haría de esta forma... Claro, peor es el que dice desde el principio: Eso es un disparate.

Hay personas que me escriben y con la entonación del inicio de su texto ya sé que vendrá el ‘pero’ esperado. “Su artículo de hoy trabaja un tema de actualidad, el enfoque que le da es muy interesante...” Estoy seguro que en la mitad del párrafo habrá un punto y seguido y a continuación una gran P dará inicio a la frase que expresa un punto de vista contrario. No es que me oponga a que personas tengan puntos de vista diferentes a los míos, de hecho, yo tengo el mío diferente al de ellos y al de muchos más... sólo pongo el ejemplo para demostrar la parte negativa que guarda el “pero”.

Revisemos nuestro pensamiento cuando colocamos un “pero”, y si podemos convertirlo en una filosofía de vida conseguiremos ser más asertivos en nuestra comunicación y forma de vivir.



FRASE DE LA SEMANA

“Un pero es como un pelo en la comida; no la daña pero nos pone a pensar en su procedencia.”
Diego A. Sosa
Coach, Escritor, Conferencista y Consultor