sábado, 11 de mayo de 2013

¿DEBEMOS DARLE A NUESTROS HIJOS LO QUE NO NOS DIERON?






Sí, diría yo. Pero lo condicionaría a dos factores importantes: proporcionarles también lo bueno que nos dieron y otorgarles por obligación una educación que les prepare para ser mejores y tener un gran futuro (no me refiero a la académica).

La verdad es que somos lo que somos por el comportamiento de los que nos rodearon y por una decisión propia que tomamos en un momento dado. Seguimos ejemplos y rechazamos ejemplos. No quiero entrar en teorías freudianas y comenzar a buscar culpables. Mi intención es que analicemos la importancia de lo que pondremos en las personas que nos rodean.

Darles lo bueno que nos dieron:

No lo material; hablo de lo que nos hizo ser lo bueno que somos y nos hizo conseguir lo que logramos. Quizá fueron valores inculcados en la buena escuela y en la formidable familia. Quizá fueron aprendizajes junto a nuestros padres o a través de su buen ejemplo. O quizá aprendimos a no tropezar con las piedras que otros tropezaron.

Nos dieron muchas cosas buenas y debemos analizar cuáles fueron. No quiero que confundamos algunas cosas. Está demostrado que golpear a un menor no forja un buen temperamento, y sé que muchos lectores sacudieron la cabeza horizontalmente al leer mi posición. Esa y otras prácticas no fueron la que forjaron nuestro ser; en realidad, lo bueno que somos no es por eso, sino a pesar de eso. Sí, yo también he tenido impulsos y he perdido la paciencia con mis hijos, pero soy yo el que tengo que subir mi inteligencia emocional y trabajar mi liderazgo para lograr de ellos el comportamiento social que considero aceptable, como explico en mi libro Mi Binomio.

Otorgarles una mejor educación:

Quiero concentrarme en la educación que depende de nosotros: valores, enseñanzas en finanzas, puntualidad, responsabilidad, respeto a los demás, inteligencia emocional, comunicación, liderazgo, trabajo en equipo...

Son muchas las herramientas que podemos enseñar, no de boca, sino con el ejemplo y conversando sobre las acciones, buenas y malas. Necesitamos que ellos entiendan las razones de muchas cosas que hacemos, las consecuencias que tiene cada acción o falta de acción. No todos ven los ejemplos, algunos pasan desapercibidos o son entendidos más tarde... si podemos explicarlos y cacarearlos lograremos que se conviertan en acciones con mayor rapidez.

Conclusión:

Dar a nuestros hijos lo que no nos dieron tiene consecuencias. No saber ganarse las cosas los llevará no tener interés por ganarse las cosas. Siempre queremos más de lo que tenemos, nunca podremos dar todo a nuestros hijos. Las consecuencias de una vida sin límites son conocidas: problemas financieros (en los padres y más tarde en los hijos); una autoestima basada en lo que poseo, no en lo que soy, o sea, totalmente débil; falta de valoración a otros seres humanos; depresiones; hasta muertes tempranas por creer que son omnipotentes; disgustos continuos con los demás; exigencias a los padres; inconformismo continuo… En fin, una vida plagada de deseos de tener más y no de ser más, una vida llena de querer y no de disfrutar, una vida que podría ser fantástica, pero se quiere siempre más.


FRASE DE LA SEMANA
“Quiero que mis hijos sean mejor de lo que soy, por eso construyo sobre la base de lo que mis padres lograron conmigo.”
Diego A. Sosa
Coach, Conferencista, Escritor y Consultor









lunes, 6 de mayo de 2013

¿FÁCIL O DIFÍCIL?



Muchas veces nos encontramos frente a una tarea y nos damos cuenta de que no podremos hacerla sin antes aprender o conseguir algunas cosas esenciales para su ejecución. Pensamos: “Es una tarea difícil”. En cambio, si tenemos todo a mano y los conocimientos suficientes, la tarea la consideramos “fácil”.

Por lo que vemos, decir que algo es difícil es declarar nuestra parcial incapacidad para realizarlo con las herramientas y conocimientos que tenemos a mano en un determinado momento.

Arreglar un lavamanos con problemas de goteo es para mí algo que puede ser muy complicado; quizá lo intente, pero es muy probable que tenga que llamar a un plomero finalmente, no sin antes haber inundado el baño o haber dejado la casa sin agua. Para mí es “difícil”, pero para el profesional de las cañerías será “muy fácil”.

No quiero que confundamos la complejidad de una tarea con la incapacidad de una persona para realizarla. Una tarea larga o delicada no es difícil, es extensa y compleja.

Pensar que algo es difícil es sentirse incapacitado para realizarlo. Podemos llegar al punto de decir: “Eso no se puede”. Y entonces comienzan los verdaderos problemas. Convencernos de que se puede es más complicado que realmente realizar la tarea.

No digo que todo se pueda, pero la verdadera frase que escucho cuando alguien dice “no se puede”, es “yo no puedo”. De la misma forma, cuando escucho “es difícil”, entiendo “no me siento capacitado para realizarlo”.

Por un lado, quiero que entendamos lo que decimos de nuestra capacidad cuando nos expresamos de esta manera. Le motivo a que no se declare impotente ante un cliente o ante sus superiores. Por el otro lado, quiero que nos escuchemos a nosotros cuando nos negamos una capacidad o posibilidad de aprender o crear experiencias.

No considero que debemos que saberlo todo; yo intenté saber lo básico de plomería, pero me declaré incapaz después de varios intentos. Eso me ayuda a resolver los problemas de la manera más efectiva: llamando a quien sabe hacerlo. No le niego que en ocasiones llamo a alguien y me dice, “eso es difícil”, entonces sé que debo llamar a otro que sí sepa hacerlo. Ya sé, algunos lo dicen para cobrarme más, pero sus gestos lo delatan... recuerde, para hablar mentiras hay que saber mentir con todo el cuerpo... principalmente, con las mímicas.

Cuando pienso que algo es difícil tomo actitudes diferentes a cuando sé hacer las cosas. Pienso qué necesito y busco la forma de aprender. ¿Será difícil la próxima vez que se me presente? Seguro que no. Entonces la tarea no es difícil para mí. Quiero dejar asentado que cada tarea difícil nos da la oportunidad de aprender. Debemos pasar del estado de “no saber” a “sí saber” y no al estado de “no se puede”.


FRASE DE LA SEMANA

“Si es fácil lo hago; si es difícil aprendo a hacerlo.”
Diego A. Sosa
Consultor, Coach, Conferencista y Escritor

domingo, 5 de mayo de 2013

SEGURIDAD FINANCIERA EN TIEMPOS DE CRISIS



Podemos perder un bien o ver reducidos nuestros ingresos. Si hay abundancia no habrá problemas para recuperarnos, pero en momentos críticos es muy difícil recobrarse de una pérdida financiera. ¿Cómo se recuperaría de la pérdida de su empleo, negocio, vehículo, etc.?

Todos sabemos que en tiempos difíciles el dinero no sobra. Recortamos por todos lados y esperamos que la situación mejore para volver a vivir holgadamente. Existen personas que recortan donde no deben y terminan haciendo quebrar sus negocios. Otros no reconocen la severidad de la situación y compensan con créditos la baja en ingresos. Pero, ¿qué podemos hacer para protegernos por adelantado de eventos imprevistos? Expondré a continuación diversas situaciones y sus posibles soluciones.

Profesionales independientes: Los riesgos para las personas que no producen si no trabajan, como: vendedores, médicos no empleados, abogados sin entradas fijas, etc., son altos. Un accidente puede sacarlos de circulación por un tiempo y comenzarán a vivir de sus ahorros. ¿Cuánto tiempo puede vivir usted sin trabajar? Es la primera pregunta que debe hacerse. Hay dos formas de protegerse, crear ingresos pasivos, como inversiones que dan rendimientos aunque uno no trabaje o comprar un seguro de Accidentes Personales, con el objetivo de cubrir la reducción de ingresos que tendría por no poder trabajar.

Empresarios: Ser dueño de un negocio puede generar buenos ingresos, pero el riesgo de perder dinero es también grande. Aunque desde afuera se envidia al dueño, él lleva las de perder si algo pasara. Un accidente no haría que su negocio parara de producir, pero, por ejemplo, un incendio en la empresa sí lo puede llevar a la quiebra. En momentos buenos recuperarse es menos dificultoso. Un préstamo bancario, los vendedores le pueden dar crédito y con el capital ahorrado se puede retomar el flujo de la empresa. Pero, en momentos críticos no se debe prescindir de un seguro adecuado. Incluyendo las pérdidas por paralización. Lo importante es cubrir los gastos fijos para que la empresa pueda regresar a su funcionamiento lo más rápido posible.

Empleados: Los bienes que le ayudan a producir el dinero no se pueden exponer. Si tiene alternativas para recuperarlos el riesgo no es alto. Pero si depende de su vehículo para trabajar, es una irresponsabilidad no asegurar el dinero que necesitará para tenerlo funcionando en caso de una colisión.

En general: Los seguros no aseguran bienes ni personas, el objetivo real es asegurar la pérdida financiera que se puede tener en caso de un evento imprevisto. Cuando sacamos un seguro de vida no es con el objetivo de hacer ricos a los parientes, sino que ellos puedan continuar el proyecto de vida que nosotros iniciamos para ellos. En esa medida debemos pensar la suma asegurada, así podrá ser posible el seguro. Piense hasta qué edad sus hijos dependerán de usted, si su pareja necesitará algo en caso de usted faltar... entonces cubra esa falta financiera que usted representaría.

Recuperar su casa u otros bienes puede ser importante para mantener una calidad de vida, no debemos arriesgarnos. Le aseguro que la diversión que tendrá con el dinero que cuesta una cobertura de seguro adecuada, no compensa la presión que significa estar sin protección en tiempos que no podemos recuperarnos de algún siniestro.


FRASE DE LA SEMANA

“Tener dinero para afrontar pérdidas es una gran solución.”
Diego A. Sosa