viernes, 18 de febrero de 2011

¿ESTAMOS CRIANDO VAGOS?

Me han enviado en innumerables ocasiones un artículo muy interesante del Dr. Cesar Mella, que se llama “Estamos criando vagos”. Al parecer a muchas personas le ha picado muy cerca la pelota, ya que en varios meses se ha reproducido como pólvora.

Ya hace mucho tiempo hice un análisis del mismo, demostrando por qué no estoy de acuerdo con las soluciones que él plantea, aunque sí con lo que está pasando. Hoy me veo en la necesidad de hacerlo públicamente, ya que me siguen enviando dicho escrito, y sigo sin estar de acuerdo en las soluciones. Así que rápidamente lo desmenuzaré y daré mis soluciones.

Él Dr. inicia su relato diciendo que los jóvenes de hoy no se levantan a tiempo y hay que llamarlos varias veces, que hablan mucho por teléfono y vía Internet, que no tienen responsabilidad con sus cosas ni con los oficios de la casa... Esto ha sido desde siempre, la diferencia la hace el que adiestra. No es a ellos que tenemos que exigirles, es a nosotros. Y en realidad, lo importante es lo que están viendo de nosotros, no lo que le decimos. ¿Llegamos temprano del trabajo o de nuestras otras actividades sociales? ¿Les dedicamos el tiempo que era necesario o siempre estábamos ocupados para conseguir dinero para el nuevo auto o las vacaciones? ¿Íbamos a sus actividades, o sólo a la de nuestros amigos, o las de los profesionales? Yo sé que es mejor ver un partido de fútbol o de béisbol profesional; pero le aseguro que el de su hijo es más importante.

El psicólogo sigue diciendo, “los hijos de hoy idolatran a sus amigos y buscan defectos en sus padres”. ¿Nosotros los idolatramos a ellos y buscamos defectos en nuestros amigos? Yo me fijaría bien cuántas veces hago qué cosa. Por lo regular somos muy criticones, inclusive a los seres que más queremos. Dicho sea de paso, no creo en la crítica constructiva; prefiero las observaciones y que cada cual decida qué hacer, ya que su libre albedrío le da esa potestad, y nadie, absolutamente nadie, puede quitárselo.

“No hay quien les hable de ideologías, moral y buenas costumbres”. Lo siento, amigo lector, hablar no sirve de mucho si no se acompaña con el hacer. Ir a la iglesia los domingos a dejarle sus pecados al Señor, para irse a confesar el próximo domingo nuevamente... eso no funciona.

Si usted quiere pregonar buenas costumbres y moral, es una sola vez la que tendrá que confesarse... a partir de ese día, usted actúa con buena voluntad y no tendrá que pregonar nada, menos confesar algún error involuntario. ¿Usted le grita al que hace un error? Incluyendo a sus hijos naturalmente. ¿Es usted de los que se mete delante en las filas? Ya sea en el tránsito o en el supermercado. ¿Es usted de los que paga para no hacer fila? ¿Usted le habla mal al que tiene menos dinero o posición que usted? ¿Respeta y ayuda usted a los mayores? Y esto sin importar su nivel social.

Usted es el ejemplo, páselo a chiquito y verá lo qué puede producir en las personas pequeñas que usted le pregona con su boca de valores y de buenas costumbres.

Bueno, la realidad es que ahora me he dado cuenta de que es demasiado largo lo que habría que escribir para analizar dicho artículo por completo; pero todo sigue en el mismo camino. Críticas a los jóvenes, sin darnos cuenta que nosotros no somos diferentes.

Pero antes de despedirme hay un tema que no quiero que se pase. Para ponerle la tapa al pomo, el doctor menciona la parte financiera; él quiere que le enseñemos a nuestros hijos a ganar dinero. Mis lectores saben lo crítico que soy con la Inteligencia Financiera Personal; no puedo dejar este tema de lado.

Querido Doctor, lo que usted dice está muy bien y lo considero importante; que los muchachos aprendan a ganarse el dinero... sin embargo, podría ser lo peor que usted le puede regalar en su vida, si no les enseña cómo ahorrar, invertir y gastar bien.

Si yo llego a mi casa el día cinco y protesto porque no me alcanza el dinero, ¿cómo quiero que a mi hijo le alcance la mesada hasta el día 30?. Si yo visto lo que está a la moda y tengo el armario lleno de ropa, que lo único malo que tiene es que ya me la puse para una fiesta, o que los diseñadores dicen que ya eso no está “in”, ¿qué quiero que mi hijo haga?

Si cambio el vehículo y el móvil cada cierto tiempo, sólo porque ya no son lo más nuevo, ¿qué puedo esperar de mi hijo? ¿Tiene usted deudas de consumo y tarjetas que llegan al límite? ¿Qué espera que haga su hijo?

No sea tan drástico conmigo y quiera buscar los mismos ejemplos que le doy en su hijo; cuando su hijo hace algo, procure entender lo que usted hace.

El problema es que no podemos enseñarle a nuestros hijos lo que no sabemos o no practicamos. En mis seminarios de Inteligencia Financiera Personal, comienzo por trabajar la autoestima, ya que no hay forma de lograr algo duradero y que haga a uno feliz en la vida, mientras no tengamos una alta autoestima.

Ahora bien, si usted ya no es más el ejemplo que su hijo sigue, entonces es hora de encontrarse nuevamente con él... nunca es tarde.

En resumen: encuéntrese con su hijo al nivel de comunicación asertiva que la sociedad de hoy requiere, sea su ejemplo y busque las fuentes del problema; siendo parte de él si quiere ser parte de la solución.

A más tardar nos vemos la siguiente entrega.


© Ing. Diego A. Sosa. Escritor, Consultor, Coach y Facilitador de Empresas y Profesionales a nivel Internacional. CEO Mercurio Entrenamiento y Consultorías S. A.

e-mail: Diego@DiegoSosa.info
WEB: www.DiegoSosa.info



FRASE DE LA SEMANA
"Pregonar con el ejemplo no es la mejor manera; es la única".
Albert Einstein (1879 –1955)
Científico Alemán

domingo, 13 de febrero de 2011

NO CAMBIES EL MÓVIL; CAMBIA EL SUPUESTO AMIGO

¿Y esos teléfonos aún los hacen? ¿Cómo puedes andar con esa basura? ¿No te da vergüenza tener ese móvil? Mira a ese el móvil que tiene, se ve que no le va bien.

Estas expresiones se escuchan a diario en nuestra sociedad. Tener un móvil fue una vez un símbolo de estatus. Pero hace mucho que ya eso es algo común. Hay personas que tienen varios. Ahora lo importante es el móvil que poseo. Soy medido por el costo del aparato, eso me hace grande o un simple mortal infeliz.

Hace unos meses fui a comprar un móvil y una joven, que por su vestimenta se veía de escasos recursos, me miró con desidia y me preguntó que si aún esos teléfonos existían. Una sonrisa afloró en mi cara y ella no pudo entenderme. Ella sacó su teléfono de última generación y me lo encaró con orgullo. Mientras le pedía al dependiente una tarjeta de llamada de RD$ 30, equivalente a unos 85 centavos de dólar. Mientras su teléfono costaba unos 300 dólares. Me volví a sonreír. Quizá a ella la reconocen en su entorno como la chica del Iphone, como a otros los llaman el joven del convertible, o la de la cartera DG.

Nuestros amigos se ríen de nuestros atuendos, de nuestros teléfonos móviles, de nuestros vehículos... en fin, de lo que poseemos como adorno. Nosotros no queremos que se rían y vamos a tomar un préstamo para ponernos a la moda y poder reírnos de los que han quedado atrás. Nuestra autoestima sube y somos felices. ¿Lo somos en realidad?

Veo muchos árboles frondoso, llenos de flores y ramas, pero que con la primera brisa de verano se van al suelo. Si me preguntan por qué, le diría que porque tienen muchos adornos, pero sus raíces y su tronco son muy débiles. Viven de lo que aparentan y no de lo que son. Se preocupan en crecer y no en fortalecerse. Y si lo digo de otra manera, se preocupan de que los otros los vean crecidos y no se ocupan de ser verdaderamente fuertes.

La joven que se burló de mi nuevo método de comunicación, tiene un mejor móvil que yo –se lo aseguro, nunca tendré uno de los que ella posee–. Pero les puedo aseverar que ella no me puede hacer sentir mal con su comentario, menos con la mirada de asco que le provocó mi adquisición. Ni quitarme mi sonrisa, ni la felicidad que me da sentir que su burla no surtió efecto, como nadie que intente criticarme me borrará mi felicidad. Harán que una sonrisa aflore en mi rostro... simplemente porque a lo interno estoy seguro que no dependo de lo material para sentir felicidad. Sé que los que se burlan de mí no me hacen favores, no son mis amigos integrales, viven en un mundo en el que su felicidad depende de lo externo. Un mundo que requiere de cosas materiales y la adulación de otros, para lograr felicidad.

Cuando compro un bien, trato de conseguir lo que cubra mis necesidades. En ocasiones nos confundimos, y tratamos de comprar lo que cubre las necesidades de ego, y por eso terminamos pagando el precio. El ego es tan bello cuando se basa en los logros internos.

Créame, una casa grande, una vestimenta de última, un móvil de reciente generación, un vehículo costoso... Nada de eso hará que no lo critiquen, nada de eso trae los buenos amigos. Si sus amigos le quieren hacer vivir una vida que es basada en el móvil que usted carga; no cambie de móvil, cambie de amigos.




FRASE DE LA SEMANA

“Si sólo dependo de lo que dicen los demás; entonces no tengo el control de mi felicidad.”

Diego A. Sosa

Consultor, Coach, Escritor y Conferencista