martes, 11 de noviembre de 2014

PSICÓPATAS EMPRESARIALES



Las películas y documentales nos pintan psicópatas no muy comunes... la mayor parte de las personas con este trastorno no comete delitos. ¿Cómo son? Tienen facilidad en mentir, manipular y engañar para conseguir sus objetivos, pudiendo sentir poco o ningún remordimiento. ¿Hay psicópatas dirigiendo empresas?
Vamos por partes, como decía Jack, el Destripador. Si una persona es capaz de no sentir remordimiento por el dolor (físico o psicológico) de sus semejantes, ¿entra en el perfil de malvado? Y si además ese dolor es causado por él, ¿podríamos considerarlo psicópata?
Cuando somos emprendedores sacrificamos muchas cosas en aras de lograr nuestros objetivos: Las relaciones con amigos, con la pareja, con la familia y hasta con los hijos. Todo con la meta de un día lograr una excelente calidad de vida propia y para los nuestros. Es un gran sacrificio personal que busca igual recompensa.
Lo malo es cuando nos convertimos en perseguidores empedernidos de ese bienestar... No identificamos lo que realmente perseguimos y tendemos a desmejorar nuestra vida y la de los nuestros.
Pasan los años y la empresa crece: ¿Le exigimos lo mismo a nuestros colaboradores? Buscando una empresa mayor y con más ganancias apretamos al máximo a los que han hecho que nuestro sueño sea una realidad, a los empleados. ¿Dónde está el equilibrio? Yo lo veo en una buena calidad de vida para todos, no sólo para los que reciben los beneficios finales.
Paso a las grandes empresas, las que su dueño es una figura casi imaginaria o un grupo de empresarios o empresas. Los dirigentes proponen resultados extraordinarios y todos contentos: ¿Quién será el responsable de lograrlos? Los empleados, claro está.
Los dirigentes recibirán grandes bonificaciones si cumplen con sus metas, pero (porque siempre hay un pero) los colaboradores tendrán que pasar más tiempo en la empresa, menos tiempo con los suyos, la remuneración no crece porque eso aumentaría los costos, metas extraordinarias impedirán a los que tienen ingresos variables que puedan cobrar adecuadamente, etc. Todo termina destruyendo la calidad de vida de las abejas que construyen esos grandes beneficios que la empresa muestra a sus accionistas al cierre del año. Algunos recibirán grandes bonos y la mayoría conseguirá más presiones y metas más altas para el año que sigue.
Cuando los dirigentes buscan mayores beneficios para ellos pueden terminar imprimiendo un enorme dolor en las personas que hacen posible que esos beneficios sean alcanzados: No poder disfrutar de una vida familiar reconfortante, vivir con un estrés extraordinario, temer ser despedido en cualquier momento, tener un ciclo de sueño por debajo de lo recomendado y muy superficial, abandonar sus objetivos personales por no tener tiempo para perseguirlos o vivirlos, etc.
El dolor infringido en los dirigidos no es sentido por los dirigentes,  ni tomado en cuenta, ni mucho menos reconocido como tal... casi siento que disfrutan sin saber lo que están causando porque no quiero pensar que lo hacen sabiendo lo que provocan en tantas personas. Es como si hacer sentir en otros la presión que ellos tienen los liberara un poco de la misma. Sólo podría compararlo con el experimento realizado en la universidad de Stanford (lo trataré en una próxima columna).
El dinero es importante, pero la superabundancia en algunos está empeorando la vida para muchos. Echar los colaboradores a la calle cuando no se consiguen resultados superextraordinarios no es lo que llamaría una conciencia de humanos sanos.

FRASE DE LA SEMANA
“Mientras más son los beneficiados por los objetivos es mucho mejor.”
Diego A. Sosa

Consultor, Coach, Conferencista y Escritor

¿GANAR O TRIUNFAR?


Ver cómo se viene deteriorando la relación entre los humanos me lleva a pensar mucho en cómo podemos lograr revertir la tendencia. Quizá soy anticuado y pienso que las relaciones humanas son importantes y lo deben ser en el futuro.
El hombre ha vivido y sobrevivido en manadas. Los individuos aislados no logran mantener la especie. Está demostrado que la manada siempre ha tenido cerca de treinta individuos. Antes, ese grupo era el mismo para todos. Con la ampliación de los núcleos sociales, las ciudades pasaron a tener más habitantes y las manadas pasaron a ser diferentes para cada individuo. O sea, alguien que está en mi manada no tiene a todos mis participantes en la suya.
El grupo está compuesto por mis familiares cercanos y medianos y por algunos individuos que se relacionan conmigo. El resto fuera de esa unidad pasa a ser menos importante mientras más lejos esté, o sea, mientras menos relacionado esté conmigo. Un tren descarrilado en NY puede tener personas cercanas y me ocuparé más de la noticia que la de un avión que cae en el medio oriente.
Las manadas deben mantenerse unidas para conseguir ser cada día mejores, deben protegerse y buscar lo mejor para todos sus integrantes. ¿Qué está pasando con la evolución social? Las manadas parecen crecer, pero la competencia dentro de ella la reduce a la más mínima expresión.
Anteriormente, la competencia era por conseguir posiciones para salvar la manada o conseguir la mejor pareja... Hoy estamos acostumbrando a los miembros más pequeños a competir por todo y esto trae consecuencias que cambian el rumbo de la sociedad.
Desde que un hijo nace queremos que sea el más lindo, el mejor vestido, el que tenga los mejores juguetes, etc. Pero no es por él, es por nosotros. Cada uno debe demostrar su éxito y lo puede lograr con cada evento en que el marketing personal está presente.
Un niño bien vestido es una demostración de que los padres tienen posibilidades financieras, en otras palabras, han alcanzado éxito. La mejor cuna y el cochecito más caro. La clínica de renombre y el médico más conocido también son parte de la apariencia que hay que mostrar... el objetivo es mercadológico y lo tenemos muy en cuenta.
El niño llega al tiempo del colegio, o sea, ya tiene alrededor de un año... Una cuidadora con buena apariencia, un kindergarten de categoría, la mejor ropa y el bulto de marca mejor surtido. Comida en abundancia para que el niño esté gordo y muestre bonanza.
Las notas, ser el mejor en el equipo deportivo, las mejores vacaciones, la celebración de cumpleaños más pomposa, ser el más aventajado en la clase de música, etc. Los ponemos a competir con los compañeros del colegio, los amiguitos del vecindario, los primos, los hermanos, los que salen en los periódicos, con nosotros cuando éramos pequeños... con todo el que respire o respiró.
Debe estar en el mejor colegio, si es de otra lengua mucho mejor, el vehículo debe ser adecuado para el nivel porque de lo contrario el niño quiere que lo dejen en la esquina... ¡ohhh!, comenzaron a aparecer las consecuencias.
Al final de cuentas criamos a un egoísta que piensa en sí sobre todas las cosas y sólo estará feliz cuando gane o los otros pierdan. La manada se va destruyendo y sólo apreciamos a los demás cuando ya no están.


FRASE DE LA SEMANA
"El que gana es mejor que otros, el que triunfa es mejor que antes."
Diego A. Sosa
Coach, Escritor, Consultor y Conferencista


LA PARADOJA DE LOS POLÍTICOS