La vagancia tiene diferentes niveles y, como casi todo en la
vida, diferentes ángulos de visión. El humano siempre ha inventado herramientas
para conseguir más con menos esfuerzo. ¿No es magnífica y creativa la vagancia?
Lo que para algunos es falta de movimiento, para otros es
una posición de felicidad y confort. No todos somos iguales ni vemos las cosas
de la misma manera. Los hombres solemos ser más conformistas, desde el punto de
vista femenino; mientras que para nosotros es un simple estado de recuperación
de energías para conseguir el próximo objetivo.
Millones de años de evolución no fueron suficientes para
adaptarnos a la velocidad de cambios que tenemos hoy. Volvamos atrás. Hace tres
millones de años el hombre cazaba y pescaba; su función era alimentar y
defender a su familia. Salía en busca de la presa e inmediatamente la conseguía
regresaba a la comarca. La mujer cuidaba el hogar, recolectaba, criaba y era la
encargada de las relaciones públicas.
Un hombre que conseguía un faisán a las 9 de la mañana se
convertía en un estorbo al regresar al hogar. La mujer hubiese deseado que
ayudara con la crianza o alguna otra cosa, pero hacerlo lo presentaría menos masculino;
no podía arriesgarse a perder su gran imagen de macho delante de la manada. La
solución hubiese sido seguir cazando, pero: ¿Cómo traería las presas? ¿Qué
harían con ellas? No había transporte ni mucho menos la forma de conservarlas
por mucho tiempo.
Aquí inicia la vagancia a crear. Para poder transportar a
mayor velocidad y con menor esfuerzo el humano inventó la rueda. Para conservar
la comida y no tener que cazar todos los días buscó la forma de preservar la
comida, como por ejemplo en sal… quizá fue un descubrimiento de casualidad,
pero la vagancia lo llevó a perfeccionarlo.
A la madre que piensa que su hijo es vago por no querer
estudiar para sacar las mejores notas le tengo una mala noticia: La naturaleza de
la mayoría de los que nacimos con el sexo masculino es buscar resultados
satisfactorios con el menor esfuerzo. Para la gran masa de nosotros, cuando
somos muchachos, es más importante hacer deporte que estar en el cuadro de
honor. Y peor, el hombre prehistórico sigue gobernando nuestros instintos…
orientados a la conquista de aquellos tiempos. La mujer elegía al hombre que
ella pensaba le cubriría sus necesidades de alimentación (básicas), las de
procreación (entregándole los mejores genes para sus crías) y las de seguridad
(protección contra peligros).
La mejor forma para el hombre de las cavernas demostrar sus
mejores genes no era con pintura rupestre, sino con habilidades para cazar y
pelear… Aún hoy, la programación en muchos se mantiene, pensando que un cuerpo
fuerte y sobresalir en los deportes es más importante que sobresalir en lo
académico… como si la comida y la seguridad no fueran ya una cuestión de
capacidades para traer dinero a la casa. Mi conclusión es que tenemos varios
pasos atrás en la evolución… al igual que las damas que eligen el hombre como
hace tres millones de años.
Lograr que los muchachos se enfoquen en evolucionar debe ser
una prioridad. El cerebro de tendencia vaga debe utilizarse para crear y no sólo
para utilizar los atajos creados por otros… los que se quedan con el dinero de
cubrir necesidades.
Más en mi libro: ¡Alcanza la Cumbre!
FRASE DE LA SEMANA
“Quien no quiere
hacer mucho esfuerzo debe esforzarse en crear la mejor forma de alcanzar su
objetivo”
Conferencista, Coach,
Consultor y Escritor
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