Hace unos días impartía un taller de Inteligencia Emocional.
Al explicar la forma de resolución de conflictos, un joven que se había
convertido ya en mi colaborador por sus interesantes aportes nos contó una
experiencia que vivió.
–Estaba subido en mi camión y delante de mí dos vehículos se
habían encontrado de frente y ninguno quería retroceder para darle paso al
otro. La discusión se extendía y el congestionamiento detrás de cada vehículo
también. Yo quería llegar a hacer mi entrega y ellos se acaloraban.
Reynaldo Lluberes le imprimía dramatismo a sus palabras y con
lenguaje noverbal nos empotraba en su relato.
–Yo los miraba desde arriba y decidí bajar. Me dirigí al
señor que tenía su vehículo delante del mío y le dije: “Don, usted va a echar
para atrás”. Me miró raro y me dijo: “¿Por qué yo y no él?” “Porque a usted se
le ve que es más inteligente.”
Todos reímos de la ocurrencia de quien sus compañeros llaman El Español… aunque es de San José de
Ocoa.
–Él me miró, sonrió y me dijo: “Me convenciste”. Todo terminó
ahí.
Muchas veces dejamos que el orgullo nuble nuestra razón y nos
dedicamos a competir en vez de enfocarnos en conseguir nuestro objetivo.
Ceder un poco de espacio puede llevarnos a nuestra verdadera meta,
que en este ejemplo no era ganar la batalla generada, sino llegar al lugar al
que se dirigían estos dos caballeros.
Mi amigo Reynaldo los pudo haber dejado discutir o hasta
empujarlos o amenazarlos con su gran camión, pero buscó una solución creativa.
Como lo que estaba en juego era el orgullo, sabiamente le dijo a uno que él era
más inteligente… y no tan sencillo como decirlo, le sugirió que sería quien
rompería el tranque demostrando que era el más inteligente.
Puede ser que no seamos parte del problema, o que nos afecte
indirectamente, interponiéndose ante nuestros objetivos. Lo importante es
identificar cuál es la meta de cada uno. Teniendo la información podemos buscar
una solución creativa que cubra las necesidades de los involucrados.
Si se encuentra en un conflicto le sugiero no concentrarse en
sus objetivos, es mejor enfocarse en determinar cuál es el de las demás partes
involucradas. Luego haga una propuesta que cubra las necesidades de todos.
Pero, siempre hay un pero, solo cuéntele cómo ellos llegarán a sus metas. ¿Se
atreve a experimentarlo?
Por: Diego A. Sosa
Más en mi libro: Migomismo II
2 comentarios:
Una enseñanza.
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