La oniomanía es una patología, no hablaré solo para los que
la poseen, sino para los que están en riesgo de caer en ella. El dinero es el
principal responsable de dicho problema; paradójicamente, mientras más dinero
conseguimos, peor se puede volver dicho trastorno.
Quizá no conoce el término, no se preocupe en buscarlo,
pronto sabrá de qué hablo. Prefiero que lea el artículo y piense si tiene
alguien que necesite algún consejo, o utilice usted alguno.
No se exponga a
compras emocionales: Los portadores de este cuasi virus suelen decidir
compras por razones que luego no les encuentran razón. Ir a lugares donde suele
encontrar productos que le resultan de atracción fatal es contraproducente.
Evite esos lugares; no arriesgarse es la mejor forma de no caer en la tentación.
Haga una lista de
adquisiciones de mediano plazo: Las compras de una envergadura mediana,
como vestimenta y equipos eléctricos y electrónicos, suelen cubrir necesidades
reales. Lo nocivo llega cuando confundimos la necesidad que cubre la
adquisición. Vestirnos o comunicarnos es importante para que nuestras
necesidades básicas no estén al descubierto. Con un listado podrá comprar lo
que decida racionalmente, según importancia y urgencia.
Ahorre para compras
compulsivas: Asignar un monto específico mensual a un ahorro que nos
servirá para desencadenar la reacción de felicidad de la compra puede ser una
solución intermedia. El día que sienta ese deseo incontrolable de comprar podrá
hacerlo sin que el remordimiento llegue algunos minutos después de cerrar la
compra.
Esconda los medios de
pago: La tarjeta de crédito no debe acompañarnos cuando estaremos expuestos
a alguna compra que no está planificada ni cubre una necesidad urgente. El
efectivo debe ser reducido al máximo posible, que no nos dé la posibilidad de
comprar. Una vez aprecie lo que quiera comprar y no tenga la posibilidad de
pagarlo, quedará en regresar. ¿El truco?: Ya habrá pasado la necesidad química
de comprar para obtener la alegría que nos dan las hormonas de la felicidad,
las endorfinas.
Busque ayuda
profesional: La oniomanía no es una costumbre ni una tendencia. Si descubre
que tiene el inconveniente de controlar sus deseos por comprar, es hora de ir
con un profesional del comportamiento humano. Los problemas no se solucionarán
ganando más dinero. Tampoco gastando lo de sus parientes que ayudan
financieramente. Mucho menos por recibir el dinero que ponen a la disposición
las parejas por miedo a lo que pueda suceder o por la sensación de seguridad
que da una pareja dependiente monetariamente. El efecto no cura, solo prolonga
el problema real y, por lo mismo, lo agranda.
En mi libro Arco IrisFinanciero presento mi método completo. Quizá ya sabe que estoy escribiendo
sobre la compra compulsiva
(oniomanía). Las consecuencias de este comportamiento, patológico por demás,
son tóxicas, arrastra a todos los de alrededor y declina en problemas
económicos y de relacionamiento.
Cuando la persona gasta su propio dinero termina con grandes
deudas, donde el primer síntoma suele ser el inconveniente para cumplir con las
tarjetas de crédito: no importa que pague, el estrés para lograrlo ya es una
señal clara. Cuando la pareja es la que subvenciona el comportamiento, ya sea
dándole dinero o haciéndose cargo del resto de los gastos comunes, la
separación galopa en dirección a ese hogar… de resistir la separación inminente
pueden entrar en conjunto en la espiral de las deudas y el estrés relacional…
de no ser el proveedor adinerado.
FRASE DE LA SEMANA
“Lo primero para
curar una dolencia es aceptar que se está enfermo; luego se busca ayuda”
Diego A. Sosa
Consultor, Coach,
Conferencista y Escritor
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