Una
buena oferta no es cuando el producto o servicio que nos ofrecen cuesta menos
de lo que costaba. Veo como muchos se confunden y compran cosas que no
necesitan o le dan prioridad sobre otras más necesarias. La idea de sacarle verdadero
beneficio a la oferta tiene que estar por encima de aprovechar que está “más
barato”.
Comentemos
sobre la participación de nuestro cerebro con relación a la inteligencia
emocional:
Cerebro
reptiliano, el que nos hace instintivos, centrado en mantenernos vivos y evitar
dolores; nos conduce a compras que cubren necesidades básicas y en orden de
prioridades.
Tenemos
también el cerebro emocional, algo más avanzado y sofisticado. Él nos conduce a
las compras que cubren necesidades emocionales, como las de reconocimiento o
satisfacción, así como las que desatan una frase bien conocida: “Yo me lo
merezco”.
Y
por último, contamos con un cerebro que solo los humanos poseemos, el racional.
Esta corteza cerebral moderna es odiada por los mercadólogos y vendedores
inescrupulosos. Toda decisión tomada con la razón analiza varios factores y
filtra el ruido que emiten números tachados, límites de tiempo y vendedores labiosos.
Una
oferta puede ser una gran oportunidad. Lamentablemente la mayoría de las
personas estamos comprando la oportunidad y no la cobertura de la necesidad…
todo porque se apela al cerebro emocional. Apresuramos la compra y después que
salimos de la tienda comenzamos a preguntarnos si en realidad debimos comprar.
Algunas veces ya en la fila para pagar las dudas nos inundan; la técnica de
algunos vendedores es no dejarnos hasta que ya es nuestro turno de pagar, o
entregan la mercancía a la cajera para hacernos sentir comprometidos.
Retorno
al cerebro que tenemos todos los animales. Durante millones de años no tuvimos
que comprar, sino salir a la selva a buscar la forma de cubrir nuestros miedos:
El primero era morir de hambre, el segundo morir porque un animal tenía hambre...
Una vez satisfecha estas necesidades el hombre no tenía que preocuparse por
muchas cosas más… quizá por el frío en algunos países.
Hoy
no son tantas las personas que compran para no morir de hambre, si está leyendo
esta columna me atrevo a apostar dos centavos a que no es de esos. Tampoco es
de los que compra para no morirse de frío. Hemos pasado a cubrir otras
necesidades y las ofertas son dirigidas con toda la intención de que nuestro
cerebro emocional tome el control, alimente al centro de las recompensas y las
hormonas de la felicidad se pongan en alerta para saltar en cualquier momento
al flujo sanguíneo.
Dejar
que esto pase puede ser muy peligroso para nuestro bolsillo y nuestro futuro
financiero. Si compra mayormente con su cerebro emocional le digo que de no
haberlo hecho pudiera estar viviendo mejor de lo que vive.
Existen
personas que buscan rendir sus papeletas al máximo, consiguiendo en rebaja casi
cada bien que necesitan. Perseguir ofertas es para algunos una costumbre que
raya en el vicio. En ocasiones no calculamos el costo extra de trasladarnos, el
valor de nuestro tiempo, las incomodidades que pasamos, etc.
Algunos
se dejan manipular y compran cosas que no necesitan, con dinero que aún no se
han ganado y terminan endeudados. Al final pagan más por algo que no hubiesen
comprado de no tener descuento.
Una
buena oferta es cuando conseguimos el bien que queremos comprar a un precio más
bajo de lo que queremos pagar.
FRASE
DE LA SEMANA
“La mejor oferta es
la que hace posible la adquisición que no estaba a mi alcance”
Diego A. Sosa
Consultor, Coach,
Conferencista y Escritor
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