lunes, 14 de abril de 2014

HAY QUIEN SE PREGUNTA "¿CÓMO LLEGUÉ AQUÍ?"

En vez de preguntarse "¿cómo salgo del atolladero?"
La vida puede tendernos trampas, algunos piensan que son para ponernos pruebas, otros se concentran en achacárselo a la suerte, de modo que, si la suerte está a nuestro favor, las cosas nos salen bien, de lo contrario, todo sale mal.
Lo que pienso es que hay dos tipos de personas: los que creen en el destino y los que lo hacen suceder. Los destinistas despiertan en medio del desierto y ocupan su mente en encontrar una razón por la que han llegado a ese lugar. Miran para todos lados y no encuentran excusa, sólo pueden atribuírselo a "la mala suerte". Como creen en el destino, piensan que si su destino es no morir en medio del desierto de alguna forma saldrán. No se mueven por si el destino viene a salvarlos. Claro, terminan muertos o encontrados por algún salvador. El destino se cumple, no importa lo que pase, "ése era mi destino".
Los que no creen en el destino también se preguntan qué hacen en medio del desierto. Pero de inmediato comienzan a pensar por dónde habrán llegado allí, con el firme propósito de encontrar la salida más cercana. No se quedan esperando que el destino venga a sacarlos, buscan la forma de salir, encontrar agua o alguien que los saque.
La diferencia entre uno y otro la puede hacer la zona de confort. El destinista no saldrá nunca de esa zona, piensa sólo en los peligros que hay fuera de ella. No realiza sus sueños, sólo espera que el destino se los cumpla. No está feliz con lo logrado, todo se lo dio el destino y casi nunca el destino es bueno con uno mismo... sí con los demás. Por eso se quedan esperando de por vida que les llegue la suerte que otros tienen.
Quedarnos esperando que las cosas sucedan no las hace suceder. Si las queremos necesitaremos salir de la zona de confort. Claro que pueden existir riesgos, entonces es el momento de visualizar lo que puede suceder y tomar las precauciones para minimizar las posibilidades del percance. El proceso completo está descrito en mi libro ¡Alcanza la Cumbre!
Si usted es de los que encuentra un problema para cada solución, es hora de que comience a construir una solución para cada problema. Ver los problemas por adelantado parece malo, pero es la gran ventaja que no tienen los optimistas, quienes no consiguen visualizar el problema y terminan encontrándose con él sin estar preparados.
Cuando un pesimista se convierte en realista logra mucho más que un optimista. Ver los problemas le permite crear soluciones. Aunque ser pesimista empedernido es muy problemático porque no logrará dejar de lado los problemas que no causan mayores daños... no sería posible tener una solución para los infinitos problemas que se nos puedan ocurrir que podrían suceder. Hay que sacar de nuestro plan aquellas dificultades que muy difícilmente sucedan. Los pesimistas empedernidos se pasan la vida penando cosas que nunca suceden. También son especialistas en preocuparse por cosas en las que no pueden influenciar... se preocupan por la lluvia que avisaron para mañana.
Sacarle el mayor provecho a lo que sucederá es lo que llamo actuar como sabio, lo contrario no es ser cuidadoso, es acomodarse. Una sabiduría china dice: "Cuando anuncian tormentas, algunos construyen refugios; otros, molinos de viento."
Debemos salir de nuestra zona de confort si queremos lograr más en nuestra vida por el beneficio propio y de los nuestros. No le pido que si está feliz dentro de su zona la abandone para correr peligros y no estar a gusto. Me refiero a que si encuentra que su vida no es lo que usted quiere, es hora de agrandar su zona de confort.

FRASE DE LA SEMANA
"Quejarnos de lo que no hemos logrado no es hacer que suceda lo que queremos conquistar."
Diego A. Sosa
Coach, Escritor, Consultor y Conferencista


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