lunes, 26 de agosto de 2013

LO MÍO, LO TUYO Y LO NUESTRO

En la pareja existen comportamientos financieros adecuados para cada tipo de personalidades. El dinero suele ser una causa común de divorcios e inconvenientes intrafamiliares. Determinar los límites de cada uno puede ayudar o llevar a un caos emocional. Cuando el hombre bajó de los árboles comenzó a andar en dos piernas y se convirtió en cazador de largas distancias. Salía en busca del alimento de la familia. El macho desarrolló una programación de proveedor. Su capacidad para traer la comida a la familia demostraba su hombría. Por el contrario, una poca capacidad lo ponía en entredicho ante la sociedad y las mujeres. Por su parte, las damas se encargaban de la recolección y del mantenimiento de la casa. La administración de los recursos se convirtió en una prioridad. Los roles estaban repartidos muy convenientemente y pasaron siete millones de años antes de llegar la era industrial y la mujer comenzar a tener el rol de coproveedora. El trabajo físico ya no era imprescindible para conseguir una remuneración que ayudara a cubrir las necesidades del hogar. El bienestar familiar no se hizo esperar, más dinero al final del mes se traducía en más bienes y servicios adquiridos. La proporción aportada por la mujer tendía a ser menor y el machismo no permitía reconocer que la familia estaba sustentada en parte por la dama de la casa. Trabajar más duro para no ser igualado era la reacción del proveedor. La mujer debía utilizar el dinero para cosas de ella y el hombre sustentaba la casa. Mantener a la mujer dependiente de los ingresos que él tenía era la consigna. La dependencia era clara, la mujer la aceptaba y sentía que era su función. Terminó la era industrial y la mujer se preparó intelectualmente para ganar más dinero y llegó al punto de sentir que el tiempo de la esclavitud intramatrimonial había pasado. Las madres y padres comenzaron a criar a las hijas para que no fueran dependientes de sus maridos y la evolución social fue vertiginosa. Hoy las mujeres se acostumbran a ganar y gastar (algunas lo suyo, lo de los padres y lo del marido). Al momento del matrimonio ambos comienzan a pensar en el posible momento de la separación y desde ese instante las finanzas familiares inician un tortuoso camino. El camino de “lo mío, lo tuyo y lo nuestro”. Entender que ganamos separados y gastamos en conjunto es demasiado importante para dejárselo al azar. El problema de la mentalidad de la era industrial es que no se crea capital a través del ahorro en conjunto por concentrarse en el gasto por separado. No es interesante cuánto gana cada uno, lo importante es la mentalidad de gasto, ahorro e inversión que se tenga. De llegar una eventual separación se podrá dividir lo que se posea y siempre será mucho más que un procedimiento separado que, por lo general, sólo lleva a deudas. La actuación individual en una pareja lleva a formatos diferentes de gastos. No existen objetivos financieros comunes y la administración se hace imposible. Como explico en mi libro Arco Iris Financiero, debemos perseguir varios objetivos financieros que nos lleven a la creación de capital que se convertirá en gallinas que nos pondrán dinero en el bolsillo. FRASE DE LA SEMANA “La desunión financiera en la familia crea deudas; la unión, inversiones.” Diego A. Sosa Consultor, Coach, Escritor y Conferencista

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