Tenemos demasiados parámetros de lo que es la felicidad. ¿Qué es la felicidad para usted? Muchas veces andamos por la vida persiguiendo objetivos importantes para otros o que otros nos han trazado, pero que si un día los alcanzamos casi nunca nos hacen felices. En mi libro “Mi Binomio”, el anciano Ramón amplía las ideas al respecto y guía a los lectores en la búsqueda de sus propios parámetros.
Tengo que recordar que mi filosofía es disfrutar el camino, porque esa es la felicidad.
Una gran parte de las personas entra al río y se deja llevar por la corriente. Simplemente mira lo que hace el que está delante y sigue ese camino. Algunos no son capaces de mirarse al espejo y preguntarse si están haciendo lo que realmente quisieran hacer, si persiguen un objetivo propio y no el que la sociedad le está “imponiendo”.
Andar con la corriente parece más fácil, pero si no me llena, no cumple ningún propósito en mi vida y no me hará feliz. Llevarme de la corriente sería existir. Sí, quizá es más fácil, pero ni siquiera es más divertido.
Venimos de fábrica con una programación... incompleta y arcaica por demás. El resto de la programación la van insertando en nuestros cerebros las personas que influyen en nosotros. Nuestros seres queridos desean una vida para nosotros, quizá la que ellos quisieron vivir. Pero, ¿sabe una cosa? Cada uno de nosotros es diferente, vivimos en épocas diferentes, nos satisfacen cosas diferentes. ¿Por qué podríamos ser felices con los objetivos de los demás?
Para vivir hay que elegir vivir. En cada recodo del río tendrá que decidir si toma el camino que le plantean o disfruta del camino que usted quiera tomar. Quizá su objetivo cambie en el camino y se detenga a disfrutar del sonido del río acostado sobre una gran piedra. Algunos amigos querrán que siga porque la parada planificada es más adelante, pero lo que le hace feliz no es comer en ese momento, sino disfrutar del sol que le calentará, o del paisaje que le ofrece un lugar en específico.
No le pido que nademos contra la corriente de no ser divertido. Le pido que ponga sus propios puntos de referencia, que tenga sus propios objetivos, que disfrute el camino, que pare donde decida usted... puede ser que esos lugares sean los mismos que otros han planificado para usted, pero la decisión debe ser propia, por convencimiento y no por programación externa.
Trabajar duro no tiene que significar infelicidad. Podemos tener logros con ese trabajo. Beneficios económicos, darle un buen ejemplo a los demás (hijos, sobrinos, personas en las que influimos), sensación de éxito, carrera profesional, etc. El trabajo está lleno de remuneraciones que no tienen que ser económicas, es más, esas terminan siendo muy rápido parte integral de nuestra existencia y, en poco tiempo, no sirve de la más mínima motivación.
El truco para no estar existiendo es declararle la guerra a la búsqueda de una vida en la que quiero “hacer lo que amo”. La búsqueda de ese objetivo nos hace perder el foco de la verdadera forma de vivir felices. Si cambiamos la mentalidad posiblemente dejaremos de buscar y comenzaremos a disfrutar. Le propongo una filosofía que da muy buenos resultados: “Amar lo que hago”.
FRASE DE LA SEMANA
“Los demás pueden indicarme; yo guío, decido y construyo mi destino.”
Diego A. Sosa Sosa
Coach, Conferencista, Escritor y Consultor
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