Es algo muy reconfortante llegar a un punto en nuestras vidas en el que sintamos comodidad y tranquilidad. Muchas veces podemos quedarnos tranquilamente en él por un tiempo. El inconveniente es que la vida se encarece más rápidamente que el crecimiento de nuestros ingresos.
A mí me encanta estar en una zona de confort en cuanto a mi estatus. Estoy consciente de mi estatus, sé que puedo mejorarlo, pero no me interesa. Eso me ayuda a no perseguir el consumismo. O sea, la moda no me hace gastar mi dinero; el envejecimiento sin deterioro de mi vehículo, tampoco. Así puedo enumerar una cantidad importante de cosas que, por mi forma de ver la vida, no me hacen entregar mi dinero innecesariamente a los percusores de cambios. La mala noticia es que hay cosas que se van encareciendo, no importa que no haga desperdicios. Mantener nuestra calidad de vida se hace difícil si mantenemos los mismos ingresos.
La zona de confort nos lleva a estar felices con nuestra vida, pero también nos mantiene atados al empleo o una forma de llevar nuestra empresa. Las ansias de crecer son guardadas en una gaveta. Nos dedicamos a defender nuestra posición, lo que muchas veces es contraproducente para la empresa. Sin crecimiento profesional, posiblemente los ingresos no crezcan al ritmo necesario para mantener el confort que hemos definido como nuestro estándar.
Cuando nuestros egresos crecen más que nuestros ingresos tenemos un déficit. Al inicio, comenzamos a recortar gastos superfluos. A continuación, reduciremos cantidades en nuestras compras, gustos y diversiones. El siguiente paso es el cambio de productos por otros de menor precio. Si todo esto fuese por gusto no sería malo, pero como es por economía diría que es una reducción de nuestra calidad de vida.
Ese sería un proceso de una persona que se maneja bien con su dinero. Las que no están dispuestas a bajar de estatus lo primero que hacen es utilizar las fuentes de crédito que tienen a su alcance para tratar de mantenerse en la zona de confort y su calidad de vida. Primero, las tarjetas de crédito; luego, los préstamos más cómodos, llámese familiares, institución financiera, etc., para terminar en los préstamos informales.
Cuando utilizamos dinero que no nos pertenece la ecuación se complica. Si ganamos 10 y necesitamos 12 para mantener nuestra zona de confort, 2 tendrán que salir de algún lugar. Esos dos se acumulan y pronto serán 20. Para conseguir esos veinte necesitaremos comprometer parte de los diez que recibimos. En otras palabras, recibimos diez, quizá nos quedan nueve, pero queremos vivir una vida de doce... Lo que nos indica que el faltante pasa a ser 3. Será una bola de nieve si no decide pronto salir de su zona de confort.
Momentito, no le quiero decir que baje de estatus, mi recomendación es que se mueva y agrande su zona de confort. Si quiere puede mantener los mismos gustos, pero no se canse de buscar crecimiento económico, claro, sin sacrificar su calidad de vida. ¿Dentro de la empresa hay puestos para crecer? ¿Sabe invertir el dinero que ahorra? ¿Consigue aumentar sus ingresos pasivos más rápido de lo que los gastos suelen incrementar? ¿Está previendo gastos extras que pueden llegarle, por ejemplo, con el crecimiento de la familia o crecimiento de los hijos?
FRASE DE LA SEMANA
“El crecimiento natural de los gastos no debe robarnos la calidad de vida.”
Diego A. Sosa
Consultor, Coacho, Conferencista y Escritor
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