domingo, 17 de febrero de 2013

¿ES SANA LA COMPETENCIA DIARIA?

¿La mejor amiga está más delgada? ¿El compañero de trabajo gana más dinero? ¿El hermano tiene un mejor trabajo? ¿Otros hijos sacan las mejores notas o son mejores en el deporte que practican los nuestros? Estas son algunas de las preguntas que mucha gente se hace a diario, por no decir a cada momento.

Muchas veces es difícil reconocer que una respuesta positiva a una de esas preguntas nos hace sentir mal. La realidad es que si nos hacemos esa pregunta, ya queremos una respuesta que nos favorezca.

En muchos Coaching de Vida puedo encontrar que el común denominador de la infelicidad es la comparación con otros. Nuestra autoestima siempre será golpeada si queremos competir en todo. Le aseguro que siempre alguien tendrá más dinero que usted. Inclusive la lista de personas más ricas del mundo cambia de ganador casi todos los años.

Querer más es un gran motor de la motivación, y la motivación es un motor importantísimo para sacarnos de la zona de confort que muchas veces caemos, comportamiento que no nos permite avanzar en la vida.

Quiero que la gente no se quede en una zona de confort. También quiero que disfruten esa zona, pero no dejen de buscar logros en su vida. Es quizá complicado pensar que se quieren logros, pero que yo no los envíe a competir. Sin embargo, las personas que se sienten felices tienen en común el disfrutar lo que logran, más que el sentirse mejores que otros. Sí, el que compite contra otros busca ser más... y lo único que logra con un triunfo es tener más. Ser y tener no es lo mismo.

Medirse es la peor forma de buscar la felicidad. Los triunfos son fantásticos para llenarnos de dopamina, hormona que nos pone eufóricos. Sí, tiene mucho que ver con el dopaje, no es casualidad su nombre. Es un dopaje natural, por eso nos hacemos adictos a querer triunfar.

Si le entristece no ganar, debe aprender a perder. No le digo que sea conformista, le digo que disfrute el camino. Llegará un día que no podrá competir con el mejor, por una u otra razón alguien será mejor. No le debe hacer infeliz... a eso quiero llegar.

Ahora paso a lo más importante: lo que le dejamos a nuestros hijos. Si incita a sus hijos a esa competencia (por muchos llamada “sana”) y cada vez que no ganan se sienten frustrados... es hora de sacar cuentas. ¿Cada cuántas frustraciones recibe su vástago una felicidad? ¿Cuánto tiempo le dura la frustración y cuánto le perdura la felicidad? Si al sacar cuentas nota que las frustraciones son parte de la vida de sus descendientes, podrá ver la mentalidad que esa persona desarrollará.

Muchas veces deriva todo esto en una baja autoestima, porque pensamos que nuestros padres están frustrados ya que no logramos lo que ellos se propusieron. Otras veces la autoestima se entierra porque nuestra cuota de triunfos no es lo que nos proponemos. En ocasiones nuestra soberbia sube porque nos sentimos que podemos alcanzar todo lo que deseamos. He vivido hasta casos que el incumbente termina arrebatando si no logra ganar.

Las consecuencias son muchas, pero casi siempre dañinas para una autoestima equilibrada en un mundo social.

Yo trato de hacer las cosas para estar feliz conmigo, y sobre todo, disfrutar el camino. Ya son once libros publicados los que tengo, no por tener más que alguien o por ser mejor que nadie. Simplemente disfruto del proceso de escribirlo, publicarlo, hacerlo llegar a la gente, comentarlo, recibir el retorno que me da gente que muchas veces ni conozco, etc. Competir contra alguien me llevaría a que si el otro publicara uno más, entonces recibiría una frustración. Algunos dirían que sería una motivación para escribir uno más. Yo digo que no necesito eso, porque estoy automotivado y seguiré disfrutando cada nuevo hijo literario que mis dedos hagan nacer. Lo principal es ser competitivo, que no es lo mismo que vivir compitiendo.

En los seminarios de liderazgo trabajamos mucho esta parte. Principalmente con grupos de jóvenes. Podemos cambiarle la visión de la vida. Cada día podemos ser mejores, como enseño en amplitud en mi libro ¡Alcanza la Cumbre!, que cuenta mis enseñanzas de alcanzar la cima del Caribe, el Pico Duarte con más de 3,000 metros de altura.

La competencia no debe afectar la autoestima de las personas, eso es terrible, porque casi todo en nuestra vida requiere de una autoestima sana. No permita que los jóvenes se sientan menos por no alcanzar algo. No se compare ni compare a los demás con alguien... esa comparación se hace en realidad sólo con una parte de esa persona.



FRASE DE LA SEMANA

“Si confundo ser con tener siempre tendré una autoestima frágil.”
Diego A. Sosa Sosa
Coach, Escritor, Conferencista y Consultor







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