Cada día veo como los mayores cambian los recuerdos. Me he
llegado a preguntar a partir de cuándo la anécdota no es la realidad que fue.
En ocasiones escucho amigos contar historias en las que participé y me luce que
ahora son diferentes: ¿Quién las está viendo como fueron en realidad?
Los recuerdos son peligrosos. Está demostrado
científicamente que después de un acontecimiento podemos comenzar a cambiar la
historia. Un estudio demostró cómo a un grupo de voluntarios les influenciaron
sus recuerdos. A un grupo de jóvenes les preguntaron por anécdotas de niños.
Las preguntas eran específicas, supuestamente sus padres se las habían contado
a los científicos a cargo del proyecto. La gran mayoría terminó recordando la
historia y hasta detalles de ellas que los guías no les habían hecho
referencia. Que conste, las historias eran totalmente inventadas por los que
llevaron a cabo el experimento. No era posible hubiesen vivido lo que estaban
contando.
Se ha demostrado que con técnicas de preguntas se
influencian a los testigos en juicios. Se les hace recordar cosas que no han
sucedido. Los hacen dudar de lo que está anclado en su mente poniéndoles a
dudar con la inclusión de detalles inexistentes. “¿No será que usted estaba observando
una parte de la dama que iba pasando y no vio si el acusado realmente apretó el
gatillo?” Cosas como ésta se escuchan a diario en los tribunales. Lo malo es
que se puede condenar a personas que no han cometido delito alguno, o liberar a
un delincuente por falta de pruebas.
En otro estudio, científicos preguntaron a personas sobre su
experiencia en el parque de Disney. Con preguntas específicas una gran parte
llegó a jurar que habían visto a Bugs Bunny. Lo que es imposible por no ser un
miembro de la familia de ese parque. Lo importante es que los voluntarios se lo
llegaron a creer… a pesar de nunca haber pasado.
Cuando las emociones entran en juego nos pueden hacer
recordar detalles de momentos específicos, como enseño en mi libro Migomismo. Por ejemplo, casi todos
recordamos el momento que supimos del atentado a las Torres Gemelas, qué
sentimos, fecha, hora, etc. Un coctel de hormonas corrió por nuestra sangre, lo
que hace ese recuerdo anclarse muy bien. ¿Te atreves ahora a anotar lo que no
quieres olvidar o tergiversar? Será de gran provecho, te lo aseguro.
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