Desde que mis hijos estaban muy pequeños me interesé bastante
por observar el comportamiento de los niños en los parques de juegos. El proceder
innato me ayuda a entender qué perseguimos cuando no educamos nuestro
consciente para que venza al subconsciente.
En los lugares donde se juntan los niños a jugar se forman
manadas de diferentes tamaños. Sabemos que existe una variedad de tipos de
individuos: Están los alfa, los de mayor rango en la manada, a los que los
demás siguen; los beta, segundo rango, en su mayoría quieren ser un día alfa; y
por último, los omega, subordinados a todos y sin muchas aspiraciones, los que
más humillaciones reciben.
Los jefes de la manada, sean masculinas, femeninas o mixtas,
pueden darse por diferentes causas. Entre otras, existen los autoritarios, que
a la fuerza se hacen seguir (principalmente se rodean de omegas) y los líderes,
que por su comportamiento reciben la autoridad para ser los guías.
En las manadas de niños muy pequeños la fuerza no ayuda en
mucho, los padres están cerca y no dejan que el más fuerte domine a su pequeño.
Cualquier gesto que pueda poner en peligro la integridad de un hijo será
detenido a tiempo. Entonces, lo único que puede resultar para ser guía de la
manada es ser como los demás desean ser.
Las conclusiones de muchos experimentos es que seguimos a
los más comunes, con los que nos identificamos, no a quien sobresale. Aquí está
la paradoja del liderazgo. La mayoría de los líderes desean sobresalir con
actuaciones que los demás no pueden ejecutar. Mientras la gente desea seguir a
alguien con quién se sienta identificado. Quizá nunca logre lo que ella o él alcance,
pero lo desea y cree que lo puede conseguir.
Lo más importante es que en lo demás sea una persona común,
no un superhéroe.
Cuando somos jóvenes, por lo general, los hombres queremos
lograr hazañas deportivas. Está en nuestra programación que el que tiene
mayores habilidades físicas comandará la manada. Viene de muy atrás, cuando se
necesitaban esas habilidades para conseguir la comida, al cazar, o para
defender a la familia, en las guerras y peleas. Hoy ya no es así.
Sabiendo cómo somos es más fácil ser líder. ¿Se atreve a
detectar qué tipo es usted y son los de su alrededor: Alfa, beta u omega?
Más sobre el tema en mi libro: Migomismo II - Su Inteligencia Interpersonal
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