Con
frecuencia me encuentro en las redes con un tipo de carteles que en cierta
forma me sorprenden. Uno de ellos es: “Un ‘te quiero’ es bueno, pero no hay
nada como un ‘te deposité’ ”.
Conocer
a nuestros antepasados nos ayuda a entender el porqué de nuestro
comportamiento. Saber que el mundo cambia a mayor velocidad de la que nuestro
cerebro puede evolucionar es una obligación si queremos modificar conductas que
ya no son útiles.
Hasta
hace unas cuantas decenas de años, la necesidad de encontrar una pareja con la
capacidad de mantenerla era para la dama una necesidad básica. Sin asegurar su
techo y comida podía convertirse en una presa fácil para el sufrimiento. El
cerebro femenino sigue procurando defenderla de dicho peligro. Y el masculino
intenta aprovecharse de tal comportamiento para lanzarse a la conquista.
Demostrarle a esa dama que él es capaz de darle protección y alimento es su
forma de conquistarla, quizá prehistórica, pero le da resultados. Hasta algunos
tratan de impresionarlas gastando dinero que no se han ganado y que en el
futuro les hará mucha falta, ya sea para las crías o para tener un techo
seguro.
Una
diferencia hoy es que muchas mujeres ya no necesitan al hombre para suplir la
comida en su casa. No les hacen falta las habilidades y destrezas del cazador
antiguo; hoy ella sale a trabajar y consigue el dinero para suplir las
necesidades básicas, y cada vez en más casos muchas necesidades más.
El
hombre que conquista una mujer mostrándole sus capacidades de mantenerla a la
altura que ella está interesada puede estar entrando en un partido peligroso.
Si mostrar dinero es la divisa, la categoría en que jugará el hombre sube de
acuerdo a su capacidad de endeudamiento.
Un
macho con una tarjeta de crédito de abundante cabida puede pasar a jugar en las
grandes ligas del apareamiento instantáneo. Una mujer con pretensiones
importantes y atributos cautivadores estará jugando en las ligas mayores. Un
juego peligroso se percibe en el ambiente. Solo será posible mantenerlo
mientras el macho pueda aparentar y la joven mantenga sus atributos. Bajar de
liga es más que cuestionable para ambos; el resultado, por lo general, es
desastroso.
En
mi libro Migomismo II muestro cómo
nos comportamos para lograr la empatía y crear relaciones de larga duración. ¿Tendremos
que transparentar las finanzas antes de emparejarnos?
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