Es cada vez más frecuente encontrarme en algunos lugares con
amigos y conocidos entre cuarenta y cincuenta y cinco años que laboraban en una
buena empresa y que hoy no tienen su trabajo. Le habían dedicado una o dos
décadas a tan prestigiosas compañías. Lo que antes parecía un trabajo seguro
hasta su retiro ya no existe más.
En los noventas viví en Alemania una oleada de desempleos de
personas preparadas y que pasaban de los cincuenta y cinco años. Las leyes de
trabajo los incentivaban y quienes aplicaron la famosa “reingeniería” se
aprovecharon de la situación. Muchas personas preparadas terminaron sus
carreras antes de llegar a los sesenta años de edad. El mercado laboral estaba
en un punto muy alto y las empresas redujeron sus inversiones en capital humano
(que conste, no lo llamo “reducción de costos”).
Veamos: Hoy estamos pasando en muchos lugares por la misma
situación, muchas empresas grandes no consiguen crecer rápidamente y deciden
comprar otras. ¿El resultado? Las personas que más ganan compiten contra los
jóvenes con menos tiempo en la empresa, por ende, más económicos. Personas
menos maleables y un poco oxidadas (a la vista de algún consultor que no los
conoce bien) son presa fácil.
Existe un objetivo claro, la mayor rentabilidad en el menor
tiempo. Todos conocemos la teoría y los que vivimos la vida efímera de la
“reingeniería” sabemos que al poco tiempo es hora de cambiar el consultor, que
cumplió con sus promesas, y de buscar más empleados. Es que no quedaron
suficientes para hacer el trabajo, los clientes cambian por su bienestar, la
competencia pesca en mar revuelto y otros empleados élite se van por no
soportar la presión y el nuevo ambiente…
Para mí dejó de existir el trabajo seguro. Tampoco soy de
los que cree que todos podemos ser independientes. Hay momentos para serlo y
hay tipos de personas. Veamos esto último:
Están los llamados “animales
alfa”; son líderes, los que llevan la voz cantante, los que trazan los
caminos. Nacidos o criados para ser líderes. En algunos países no sobreviven,
son los que resultan una molestia para los padres, profesores y jefes… ellos no
aceptan imposiciones y aprenden haciendo su camino. Los intentan domesticar y a
algunos los convierten en seguidores, otros se convierten en rebeldes… Otros
son líderes a pesar de lo que puedan intentar hacer con ellos. Pocos alfa son
bien guiados para aprovechar su potencial como explico en mi libro Migomismo II en el capítulo sobre la
crianza.
Tenemos también los “animales
beta”. Quieren ser alfa, están detrás de ese tipo de especímenes, copian al
jefe de la manada, se subyugan a ellos, pero no dejan de ser seguidores. Quizá
tuvieron el potencial para ser guías de manadas. Un verdadero líder se aparta y
crea su propia manada.
Por último, tenemos a los “animales omega”. Una especie fácilmente reconocida. No quiere ser
alfa ni tampoco beta, sólo obedece órdenes y no tiene aspiraciones. Es el hijo
que muchos padres quieren criar, el que hace lo que ellos quieren sin
rechistar. Ese que nunca hará su propio camino porque no se atreve a dar un
paso sin un permiso de alguien y una guía perfectamente trazada.
Los alfa pueden ser independientes, puros líderes. Los beta
pueden convertirse en alfa o hacer negocios debajo de un buen líder. Los omega
definitivamente tienen que preparar su vida profesional para obedecer órdenes.
¿Quién eres y cómo quieres ganarte tu vida?
FRASE DE LA SEMANA
“El papagayo sólo
aletea, el águila vuela alto y busca oportunidades.”
Diego A. Sosa
Consultor, Escritor,
Conferencista y Coach
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